Nil Moliner, ¿Qué sentiste a las 12 de la noche cuando salió el disco? ¿Qué estabas haciendo?
Estuve cenando con mis padres y mi hermana que vive fuera y justo estaba aquí este fin de semana y les regalé el disco firmado y acabé saliendo llorando de casa, muy emocionado. Envié un mensaje a mis mánagers, a toda mi banda y ya me fui para casa.
Invité a unos amigos a hacer una cerveza, pero rápida porque tenía promos al día siguiente. Pero es muy emocionante. De hecho cuando eran las 00:00 tampoco sabía qué hacer. Porque yo el disco lo tenía desde hacía semanas.
Entonces abría Spotify y veía que ya estaba ahí, pero tampoco iba a escucharlo porque ya lo he escuchado muchas veces. Miraba Instagram a ver qué decía la gente. Pero era muy raro.
Para mí la vida es una batalla que se tiene que hacer bailando porque está llena de color
Y ahora que ya ha pasado más tiempo, ¿qué tal?
Ahora ya súper bien, viendo el feedback de la gente. Es muy emocionante.
El álbum se titula Bailando en la batalla. ¿De qué batalla hablas?
Para mí la batalla es la vida. Y decir “luchando en la batalla” no me gusta nada porque me lo imagino como luchar con armas. Para mí la vida es una batalla que se tiene que hacer bailando porque está llena de color.
Ante los problemas, una sonrisa siempre soluciona muchas cosas y hay problemas que luego te llevan a cosas buenísimas, pero se necesita ese problema. Entonces, yo creo que si lo afrontamos todo con humor ese es el secreto.
Es un disco producido por Manu Guix y Roger Rodés. ¿De dónde salió esta colaboración?
Los conocí hace mucho tiempo cuando yo tenía una banda y cantábamos en catalán. Allí ya surgió una conexión extraña, única, graciosa.
Yo los admiraba mucho porque también me gustaba mucho todo el tema de las producciones y el sonido. Cuando hacíamos mezclas y los de la banda no iban yo sí que iba. Nació de una relación muy natural y sencilla de querer aquello que hacemos.
Al final ya la relación ha pasado lo profesional y somos amigos. Son dos personas que han aportado su profesionalidad, su carisma, su sencillez, su humor.
¿Era la primera vez que estabas en el proceso de producción?
Yo siempre he tenido un estudio en casa donde me grababa mis canciones y mis maquetas, y siempre he tenido las ideas muy claras en el estudio. Yo llevaba ya las canciones muy hechas, pero el Manu y el Roger le acababan de dar los últimos arreglos para que acabaran de ser lo que son ahora.
En la colaboración en Soldadito de hierro con Dani Fernández habéis añadido unos versos nuevos que no tiene la versión original. ¿De quién fue la idea?
La canción salió muy sincera en su día y me quedó muy corta. Cuando le propuse la colaboración a Dani pensé que era el momento de hacer una versión un poco más larga y ponerle algo nuevo. Yo hice la propuesta, lo escribí y se lo envié a Dani a ver qué le parecía. Le gustó y así se quedó.
¿Seguirás bajando al público con esta canción?
Ahora es más difícil. Recuerdo en Barcelona cuando lo hice en la Sala Bikini sí que lo pude hacer pero ya en la Sala Barts no fue posible. Porque también entiendes que bajando al público las primeras personas lo disfrutan pero las que están arriba o al fondo no se enteran. Entonces lo que a mí me parece especial para otras personas puede no serlo.
Con Rayden tienes Tal vez, sobre los refugiados. De esta canción también tienes tu versión solista. ¿Qué le aportó Rayden?
Cuando conocí a Rayden en el Share Festival conectamos mucho. Lo vi en directo y me encantó. En cuanto bajó del escenario le dije que a la semana siguiente sacaba un tema y que me gustaría que me mandara su parte. Lo aceptó y le pedí que escribiera su versión con lo que le saliera. Me parece muy guay poder ver esta crítica social también desde su punto de vista.
Nos perdemos muchas cosas con gente que queremos
Siendo un tema reivindicativo, también tiene el carácter festivo. ¿Por qué decidiste que sonara así?
La historia viene de un amigo mío que estaba en Open Arms y fue a hacer un voluntariado a Lesbos, cuando volvió nos explicaba lo que había vivido y a mí se me ponía la piel de gallina porque es una catástrofe realmente muy fuerte y explicada en primera persona impacta más.
Esta letra la escribí sin música, muy dolido, y ya era demasiado dramático todo como para encima poner una música también dramática.
Quería una canción para tomar conciencia y de esperanza. Veía totalmente necesario que fuera una canción con energía para luchar contra todo eso.
Escribes sobre valorar las cosas y aprovechar el tiempo. ¿Crees que no lo aprovechamos lo suficiente?
Totalmente. No lo aprovechamos nada, yo el primero. Te das cuenta cuando quedas con tus amigos y todos estamos con el móvil. Y no por cosas importantes. Tenemos que ser un poco más conscientes. Nos perdemos muchas cosas con gente que queremos. Intento plasmar esto con mis canciones.
También hablas de tus miedos. ¿Cuáles son tus miedos?
Tengo miedo a muchas cosas. Tengo miedo a fallar a los míos, a la soledad, a que me traicionen. Es algo que siempre estará y está bien que esté para poder combatirla.
¿Y cómo intentas gestionar estos miedos?
Siendo consciente de todo lo que tengo, cuidando mucho mi alrededor, la gente que me quiere.
Haciendo referencia a la letra de Cien por cien, ¿qué sueños te quedan por nacer?
Uala! Pues es una buena pregunta porque igual me tengo que replantear mis sueños. Como estoy viviendo un sueño, es difícil decirte qué sueño es el que quiero cumplir. Supongo que sería seguir como estoy, con la gente que tengo, con mi banda, mi staff, la discográfica… Porque al final es un trabajo en equipo. Y también seguir teniendo el mismo público que tengo y si crece pues mejor.
Como estoy viviendo un sueño, es difícil decirte qué sueño es el que quiero cumplir
El Despertar habla de un incio, de vivir el presente. ¿Hace referencia a tus inicios?
Habla un poco de lo que hablábamos antes, de aprovechar el tiempo. Es un comienzo muy bonito. Es el primer single de este disco que nos ha llevado a Bailando en la batalla y han pasado muchas cosas buenas después de sacar esa canción.
Nil Moliner también tiene baladas y momentos tristes. ¿Cómo se gestiona esto entre tan buen rollo?
Pues muy fácil. Todos tenemos ese momento de mierda. Y ese momento también lo aprovecho. A veces para escribir una canción indagas en momentos de tu vida que te hacían daño, abres ese cajón y ves que te sigue doliendo, pero a veces es necesario.
Yo siempre digo que no intento escribir canciones optimistas, sino que escribo sobre lo que me pasa. Hay gente que por ejemplo me dice que la canción de Déjame escapar tiene un punto optimista de alegría, y justamente esa es una que escribí cuando estaba llorando. Igual tiene ese punto de luz, pero yo no lo buscaba, yo solo escribía sobre lo que me pasaba.
Hablando de Déjame escapar, la versión del MUU Sessions tiene una parte hablada diferente. ¿Por qué decidiste cambiarlo?
En los MUU Sessions quería hacer covers de mis propias canciones. Déjame escapar nace de una idea a piano y voz y luego ya entró la producción y acabó siendo una canción más reggae. En esa primera idea de piano y voz había algo que me gustaba y por eso quise recuperar esa idea y hacer esa versión. La parte más poética, que era la hablada, la quisimos hacer como era, poesía.
Por última vez es la canción que más te costó decidir de publicar. ¿Por qué?
Es una de esas canciones que cuestan de escribir, es muy dura. Es la historia del final de una relación, cuando ya se ha acabado pero te sigues encontrando cosas de esa persona por tu casa. Es una canción que escribí y grabé, pero que cuando empezamos a decidir cuáles entraban en el disco esta quedó fuera. Porque ya tenía algo que no me gustaba.
Había pasado un año y medio. Pero luego pensando vi que con esa letra me había desnudado y me había costado mucho hacerla, entonces la reescribí y remusiqué y al final entró por poco un mes antes de cerrar todo el disco. Y al final se ha convertido en una canción muy importante porque es la que cierra el disco. Es curioso porque la canción me transmite paz y calma, pero a la vez la letra habla de algo triste.
Pero esto se puede relacionar con tu canción Cicatrices, ¿no? Esta relación puede quedar como una cicatriz.
Tal cual. Yo lo pasé muy mal hace unos años porque tuve mucha ansiedad durante cuatro años seguidos. Justamente la canción de Cicatrices habla de ese momento. Es una cicatriz que si la tuviera ahora mismo de verdad en la piel me la tatuaría con colores. Porque creo que a partir de esos cuatro años descubrí muchas cosas y me empecé a tomar la vida de manera muy diferente. Seguramente ahora, hasta doy gracias a esos años que fueron tan duros.
¿Cómo te estás preparando para la gira?
Con la banda el concierto lo llevamos preparando desde noviembre porque quiero que sea un espectáculo muy potente. Estamos ensayando mucho. Hemos vivido procesos primero de creación del show, del repertorio, de preparar los temas con el director musical…
Este año tenemos una profesora de coreografía. Me estoy preparando a nivel físico, haciendo dieta, haciendo mucho entreno y para aguantar las cuerdas vocales. Y también me estoy preparando mucho a nivel mental. Voy al psicólogo siempre que puedo para prepararme para lo que viene.
¿Qué ayuda psicológica necesitas?
La ayuda emocional de gestionar todo lo que ha venido y lo que viene ahora. Tocar con los pies en la tierra y sentir las cosas y vivirlas. No dejarte llevar por cosas exteriores que pasen. Necesito calma emocional, relativizar todo. Trabajar para que sean buenos conciertos y que la gente disfrute, pero intentar tener los pies en el suelo y trabajar bien para lo que viene.
¿Qué hay en este disco del Nil Moliner que tocaba en salas pequeñas?
Es el mismo Nil Moliner. Es el mismo chico currante que se quería comer el mundo. Con Ignasi y Ferran, que es con quien tocabamos por salas, nuestro primer grupo de Whatsapp se llamaba ‘La liaremos’ porque éramos conscientes de que íbamos a ir a por todas.
