Este tipo de discursos a través de las canciones, que cada vez los vemos en más proyectos musicales como en Zahara, ¿nos ayuda a ir deshaciendo esta realidad en el sector?
Yo creo que al final la música, y en general el arte, siempre es un reflejo de muchas cosas que se están cociendo en la sociedad, y a mí por lo menos como consumidora y como oyente me ayuda muchas veces las canciones a sentirme muy identificada, a coger fuerzas, a llorar. ¡Ostras yo espero que mis canciones también sirvan a alguien! A mí por lo menos me sirven como terapia siempre, yo cuando compongo para mí es como medicina. La música me salva todos los días, por eso la balanza se inclina siempre a favor de la música. Hubo momentos en los que componiendo, tocando y en los bolos, era en los únicos momentos en los que tenía cero “Ay pequeñas” en mi cabeza, y estaba totalmente a eso y feliz. Que también es como joder, que no sea solo el 30% de tu vida, que se extienda.
Y estas actitudes paternalistas que has experimentado una vez fuera de la Academia, ya dedicándote a tu carrera, ¿la sentiste también estando dentro?
Claro todo esto empezó cuando entro a la Academia y se me pone un personaje con el que yo no me siento nada identificada, que no he tenido nunca. Mi papel con mis amigas y con mi familia siempre ha sido de cuidar, de madre, de la madura. En el momento en el que entro a la Academia y se me pone este papel, yo ya me quedo como.
En general pasa mucho en la tele, cada uno interpreta al personaje como se deja entrever, luego lo que hay en la realidad es otra cosa. Pero en mi caso, el hecho de que se me asociara a todo esto, tampoco ayudó a la hora de que yo me ponga a trabajar en mi música. Borrar todo lo que se ha construido respecto a mi personaje.
Tú en OT entras siendo tú misma, con la autoridad que has tenido siempre, pero en el momento que entras para la gente eres la alumna.
Claro, pero yo más que por alumna, que yo encantada de tener ese rol, es más lo que te digo de “que mona”, “que inocente”.
