Esa pregunta logró penetrar la fortaleza inquebrantable. No supe descifrar que emoción se le escapó. Tomó otro sorbo de su vodka y concentró su mirada en mí.
-Creo que mi orientación sexual no es de tu incumbencia, Gonzalo. -hizo una pausa para mostrarme su perfectamente alineada dentadura. Era puro peligro -La tuya en cambio, puede resultarle un tanto desagradable a tu anticuado padre. No creo que Arturo sea muy racional al respecto, sigue empeñado en que mi hija y tu vais a acabar juntos, y creo que es más que evidente que no sientes la más mínima atracción hacia las mujeres.
-¿Cómo lo supiste?
-¿El que?¿Que eras gay?
Asentí. De pronto me faltaba aire. Ese despacho empezaba a parecerme una cárcel. Y mi compañero de celda me podía hacer pedazos.
-Supongo que el que ligues con hombres a plena vista tiene algo que ver. Eso, y algo que me comentó Gisele.
-Vaya, supongo que, si tú lo has averiguado, mi padre no tardará en hacerlo.
Se inclinó hacia delante, con rostro compasivo y apoyando su mano en mi pierna. Ese sencillo roce hizo que mi sangre se convirtiera en pura lava hirviente.
-Creo que deberías contárselo. Tal vez se ponga furioso y niegue la verdad, pero tarde o temprano aceptará la verdad. No puedes seguir ocultado tu verdadero rostro. No es un delito y nadie va a enviarte a una pena de muerte por no amar una mujer.
-Mi padre jamás lo entendería, es de la vieja escuela.
-Quizás, pero al igual que después de cada tormenta sale el sol, cada problema tiene su solución.
Retiró su mano despacio, con la mirada fija en la mía. Fue una fracción de segundo lo que duró esa escena, pero para mi fue suficiente para saber lo mucho que me atraía ese hombre. Apoyó su brazo en el sofá y terminó su bebida.
