Una fotografía de Dario Cavero (@dario.cavero)

Capítulo 20 – Gonzalo

Medio acalorado, seguí a la secretaria hasta el despacho. Ella volvió a su sitio, y yo empezaba a sentir cierto nerviosismo. Abrí la puerta, y encontré a Armand sentado en su mesa. No notó mi presencia hasta que la puerta se cerró con un suave clic. Levantó la mirada con cierto aburrimiento y la posó sobre mí, dejándome totalmente inmovilizado.

-No te quedes ahí, pasa.

Avance con la absoluta seguridad de que en cualquier momento mis piernas de mantequilla se iban a disolver. Decidí mirar su despacho, o la poca cordura que tenía iba a desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos.

Su sitio, estaba pulcro. Ningún papel nada que pudiera romper el equilibrio o distorsionar el orden. Una mesa cortada irregularmente de color negro, y un sillón de cuero negro, me recordó al típico hombre que describen en los libros, y por el cual las mujeres se vuelven locas. Había grandes ventanales, que supuse estarían tintados. Una alfombra persa y un sofá Chesterfield eran la guinda del pastel de mi gánster español.

-¿Quieres tomar algo?¿Agua, café o prefieres otra cosa? -se dirigió hacia las estanterías en la vacía pared que había al lado del Chesterfield. Estaba repleta de libros. Abrió un cajón y empezó a nombrarme la variedad de alcohol de la que disponía. -Tengo wiski, ron, ginebra o vodka.

-Un café con hielo está bien. -me sentía estúpido. Tenía que haber elegido un wiski.

-Andrea, un café con hielo por favor, gracias.

-Enseguida señor.

Estaba de espaldas a mí, frente a su minibar.

-¿Y bien, a que debo esta grata visita Gonzalo?