En esta película francesa de Netflix de drama y catástrofes conocemos a Sophia, una brillante científica que pierde a todo su equipo en una investigación en pleno mar. Tres años después del suceso, París está en plena campaña publicitaria por el triatlón que se va a realizar en la ciudad y que atraerá a gente de todas partes y mucha prensa internacional.
En ese momento se descubre que hay un tiburón en el Sena. Poniendo en peligro el evento y a millones de personas. Sophia conoce entonces a Mika, una activista medioambiental que conoce su pasado y su gran trabajo y con la que empieza a colaborar. En un principio la policía no las cree, por lo que tratan de averiguar por sus propios medios si lo que dicen es verdad. Y proceder a hablar de que medias se van a tomar para acabar con el tiburón que está viviendo en el río.
El cuidado del medioambiente como telón de fondo
La historia se vuelve un caos cuando el tiburón comienza a atacar a gente, con una sed de sangre infinita. No hay nada que la sacie, y en el río tiene a su disposición muchos sitios donde vivir, nadar y esconderse de los humanos si es necesario.
Las películas de este tipo suelen ser un éxito y más cuando se estrenan cerca de un evento importante: ya que dentro de unas semanas empiezan los Juegos Olímpicos de París, en los que el Sena será uno de los escenarios para algunas de las pruebas acuáticas. Netflix no podía haber elegido un momento mejor para estrenar esta película, que en el día de su estreno ya está entre las más vistas de la plataforma.
Sophie y Mika tratan de hacerles verles a todos que lo que dicen es real, pero llega un momento en el que ambas chocan. No piensa igual sobre el destino que debe tener el tiburón. Sophie, sin embargo, está dispuesta a trabajar con la policía, en especial con Adil, para evitar otra catástrofe como la que asoló su vida tres años antes.
Todo esto, con el cambio climático como telón de fondo, descubriéndonos mares llenos de basura con redes y plásticos que nadan a sus anchas y que ponen en peligro la vida marina y la de los humanos, ha hecho que las especies se enfrenten a nuevos problemas, nuevos ecosistemas y tratan de adaptarse a ellos como pueden.
Un tiburón en aguas dulces
Los tiburones son seres de aguas saladas, pero este no es como los demás. Para ella el agua salada no es un problema. El tiburón que asola el Sena se ha adaptado y cambiado, provocando aún más caos y sangre en la ciudad de la luz. París se convierte en el escenario de una catástrofe cuando descubren que no está sola, y que el triatlón se va a realizar sin importar lo que haya en las aguas del río.
Esta película es una mezcla de agua y sangre a partes iguales, las escenas gore se mezclan con el miedo de la parte de la población que sabe desde el inicio lo que ocurre y con las escenas de duelo y los momentos tensos que sufre Sophie en su intento por para todo eso y hacer consciente a la gente de lo que está ocurriendo, y de que el tiburón es un peligro y deben alejarse todo lo posible del agua.
Tensión en cada frame
Las escenas tienen un ritmo tenso en casi todo momento y vertiginoso en otras. El drama se mezcla entre ellas y nos deja ver el lado más humano de los protagonistas. Todos acaban sufriendo de una forma o de otra los desastres que va dejando el escuálido por los canales del río que atraviesan parte de la ciudad. Nada vuelve a ser como antes cuando el triatlón da comienzo a pesar de todo el trabajo de Sophia, Adil y el resto de los policías de la ciudad.
La cinta está protagonizada por Bérénice Bejo conocida por películas como La contadora de historias o The Artist junto a Nassim si Ahmed (Marsella), Lea Leviant (Suegra por sorpresa), Iñaki Lartigu (A chance to win), Anaïs Parello (Impatientes), Anne Marivin (Sin filtro) entre otros. Está dirigida por Xavier Gens, director de películas como Hitman o The fallout, y de series como Gangs of London.