¡Vamos, allá!
Estaba lloviendo un día de rodaje y me mandaron un chófer a venirme a buscar a casa. Bajé corriendo, había un coche frente mi casa, me metí corriendo y la señora que había empezó a gritar. ¡Era una pobre señora que no tenía nada que ver con el chófer!
Depende de qué chófer sea la próxima vez, hasta se alegra de que te subas en su coche (Ríen). Es una manera de hacer Tinder, cuando no existía la app.
No sé si la idea es muy buena (Ríe).
«Me gusta el ser humano y las relaciones»
El personaje de Liberto ha pasado por varios trabajos, ha sido chófer, alcaide de prisión, asistente de laboratorio. Si no fueses actor, ¿de qué te hubiera gustado trabajar?
Lo pensé el otro día, lo que pasa es que se me ha olvidado. Sería psicólogo, creo yo. Me encanta leer sobre psicología, conocer a la gente en su profundidad, ir más allá de lo que uno a primera impresión ofrece. Me gusta el ser humano y las relaciones, me parece un mundo impresionante y que nunca termina.
Alejandro Albarracín, ¿Crees que se puede llegar a conocer a alguien en su plenitud?
Eso es imposible porque ni uno mismo podría conocerse a sí mismo. Es decir, el trabajo que hacemos día tras día para conocernos ya es bastante, pero estoy seguro de que no se puede. También porque el ser humano es a veces contradictorio, una persona podría gustarle mucho el blanco, pero también el negro a la vez.