La Sala Pangolí ha inaugurado la temporada teatral con El Secreto, una comedia original escrita y dirigida por Gerardo Begérez, quien también protagoniza la obra junto a la cantante y exconcursante de Eufòria (3Cat), Estela Rodríguez, y el actor Xavier Miralles.
El Secreto es una comedia musical de una hora de duración centrada en un triángulo amoroso explosivo. Daniel regresa a casa cuando Ana, su pareja, intenta reavivar la pasión tras meses de monotonía. Sin embargo, la aparición de Lucas lo cambiará todo, enfrentando a los personajes a verdades inesperadas y situaciones tan hilarantes como incómodas.
Hablamos con Estela Rodríguez sobre su evolución en el escenario, su regreso a la música y cómo ha encontrado en el teatro un lugar donde ser feliz.
¿Qué sientes mientras estás actuando en El Secreto?
Pues me lo paso súper bien. Realmente creo que no actúo mucho, sino que lo voy llevando un poco como soy en la vida real. No significa que sea tan histérica ni tan fuera de sí todo el rato, pero sí me siento muy cómoda en el papel de ser una histérica perdida.
Hoy, por ejemplo, me he reído un montón. Entiendo que el público no lo note porque no sabe lo que viene a ver, pero yo me he partido de risa en momentos que no debía. Me lo paso increíble. Cada vez que acaba la función, quiero que vuelva a comenzar. A ver, dentro de unos límites de cansancio, pero sí, me lo paso súper bien.

¿Cómo haces para poder llegar al final de la obra cantando Abuela, que no es una canción fácil?
Yo creo que estoy aprendiendo mucho gracias a la sala, a ser actriz. Porque yo soy más cantante que actriz… o al menos lo era. Ahora sí siento que soy actriz. En la parte cantada me siento muy cómoda porque es algo que llevo dentro, es como si lo hubiera aprendido al nacer. Me sale solo. Y la verdad es que si me explotan en todas las obras cantando, soy feliz. Si canto, soy feliz. Me encanta.
Del canto al humor: dominar la comedia sobre las tablas
¿Sientes responsabilidad al tener que captar y mantener la atención del público en una comedia?
Sí, es algo que trabajamos mucho en los ensayos. Tener a Xavi y a Gerardo, que ya tienen mucho recorrido, me ha ayudado mucho. Ellos me van dirigiendo y vamos creando juntas el personaje, lo cual me da muchas tablas.
Me dan herramientas para empezar la obra fuerte y mantener la atención del público. Sin quitarme méritos, claro. Creo que también me sale un poco de dentro. Pero gracias a ellos estoy creciendo mucho y me siento ahora mejor actriz de lo que era.

Ana cambia de registro constantemente. ¿Cómo consigues mantener esa intensidad durante una hora sin desgastarte?
El desgaste existe, claro. Al acabar la obra, cuando paras y te sientas, piensas: «Vale, ya ha terminado». Pero delante del público no lo muestras. Cuando ya estoy dentro del papel, no siento esa carga de tener que mantenerme arriba porque estoy dentro de la historia. No estoy actuando desde fuera, sino que todo lo vivo como si realmente estuviera en esa escena. Mantengo todo el rato la vibra, la energía. Es algo que fluye.
Música y teatro: dos caminos, un mismo arte
¿Qué proyectos musicales tienes ahora mismo entre manos?
Pues ahora mismo… ninguno. Pero hace poco saqué una canción que se llama M’estimo y también La luna, que es una colaboración con un compañero del gremio. Me encantaría poder participar en el Benidorm Fest. Ir a Eurovisión es algo que me fascinaría. De hecho, nos conocimos allí…

¿Has mandado candidatura para el Benidorm Fest?
No he mandado candidatura, muy a mi pesar. Hay que estar muy preparado para eso, no solo emocionalmente, sino también económicamente. Hay que tener muchas cosas listas y siento que aún no es el momento. Pero lo haré.
Vestibo tiene un mensaje positivo y alegre. ¿Cuándo nació esa canción?
La escribí justo después de salir de Eufòria. Pero no la saqué hasta varios años después. Al acabar el programa no me sentía cómoda conmigo misma, ni con lo que me rodeaba, ni con nada que tuviera que ver con el mundo de la tele.
Me generaba rechazo, porque lo que vi no era lo que me habían prometido. Guardé esa canción en un cajón, pero un día, escuchándola en el metro, me di cuenta de que en ese momento tan malo, las únicas palabras que tenía para mí eran de amor. Me pareció muy bonito. Había vibrado otra vez con ella. Y decidí sacarla.
“El teatro me tiene ya en cándila. No quiero salir de aquí”
¿El teatro te ha enamorado más que la televisión?
Totalmente. El teatro me tiene ya en cándila, no quiero salir de aquí. Alguien me dijo una vez que el teatro es como una droga: una vez entras, no puedes dejarlo. Y lo siento así. Siempre se lo digo a Xavi: gracias por darme la oportunidad de formar parte de la Sala Pangolí. Estar rodeada de talento, música y creación me hace inmensamente feliz. Por eso creo que he dejado un poco la música de lado. Porque esto me hace mucho más feliz.
¿Hay alguna pregunta que te hubiera gustado responder en esta entrevista?
¿Otra pregunta? No sé… soy malísima para las preguntas extra.

Te lanzo una yo: nos conocimos en el Barcelona Eurovision, justo tras tu paso por televisión. ¿Cómo estabas ese día?
La verdad es que muchas veces me he puesto la careta de que lo que me pasaba me gustaba. Cogía muchos proyectos de tele o relacionados con Eufòria porque pensaba que eso me mantendría cerca del foco. Pero entendí que eso no era lo que me gustaba. Y empecé a sentirme mucho mejor. Sigo estando en el foco, pero ya no es el foco televisivo, porque la tele no es para mí.
Aun así, aquel día lo cogí con mucha ilusión. Presenté el evento junto a Rosa López. Mi niña interior estaba feliz. Me lo pasé súper bien y me quedo con eso: con haber disfrutado, con haber cantado.
Así me he quedado yo esta tarde, Estela.
¡Olé, mi niña!