¿De dónde surge la influencia de incorporar el jazz al flamenco?
A partir de la guitarra, que es lo que sé tocar, llevo las cosas a mi terreno, por ejemplo, Olga Guillot, una arista que me quita el sentido, me ha generado inquietud y he cogido una armonía de canciones suyas y la he llevado a la bulería. Realmente el jazz y el flamenco tienen el mismo ritmo. El arreglista, Álvaro Gandul le metía cosas modernas y salían cosas que me gustaban. Yo no me rijo a nada si me viene el arreglista y me enseña algo que es para mejor, bienvenido sea.
¿Por qué dices que es el primer disco de la nueva carrera de Kiko Peña? ¿Quieres borrar el que hiciste con 12 años “Mis primeros cantes”?
Va con la edad, yo me siento orgulloso de lo que hice en el primer disco porque no sabía lo que estaba haciendo, me ponía mis cantes y sin miedo los cantaba rodeado de gente que admiraré toda la vida. El de ahora también he estado rodeado de gente que admiro y estoy orgulloso de él porque me siento con ganas de hacer esta música. Mi filosofía es hacer lo que siento, así no te puedes arrepentir, igual que el tercero lo haré con otros conocimientos y a lo mejor lleno de temas iguales.
¿Dónde te gustaría poder presentar tu música?
Me encantaría poder ir al Liceu de Barcelona, al Palau de la Música, al Teatro de la Maestranza, al Teatro Real o al Carnegie Hall de Nueva York en el que he estado, pero no con un espectáculo mío, quiero pisarlo con un espectáculo de Kiko Peña.
Pienso a lo grande, yo me veo defendiendo mis temas en un estadio, pero también te voy a cantar en una verbena, yo no sé cantar de otra manera. Hago música de calidad para poder estar en esos sitios, una vez mi abuela me dijo: “la liebre está en el campo, si tú eres galgo y no sales al campo todos los días y te quedas en casa, la liebre no salta, tú tienes que coger el camino y cuando la liebre salte estar ahí para cogerla”.