Emergió del agua a cámara lenta. Estaba experimentando una de las escenas más eróticas de mi vida. No se a que estaba jugando, pero no sabía hasta donde era el límite de mi aguante sexual.
Me quedé ensimismada en mis pensamientos, y de repente unas manos me levantaban de la silla y me llevaban directos a la piscina.
-Daniel para, no tengo ropa. -pero no podía exigir que me hiciese caso, si lo estaba diciendo entre risas.
Le agarré fuertemente el cuello mientras nos hundíamos en las profundidades de la piscina. Emergí de todo menos sexy.
-Eres un idiota definitivamente. – mojaba mi cabeza con la esperanza de arreglar el desastre.
El flotaba con esa sonrisa que empezaba a volverme adicta.
-Tal vez.
Me quité la ropa, y me quedé en sujetador y bragas. No tenía ni idea de como iba a volver en ese estado a casa.