Le miré con los ojos llenos de pura excitación mientras le llevaba la mano hasta debajo de mi minivestido. Sentí como su respiración se aceleraba y se ponía duro a mi lado.
-Amelie…
Me mordió el lóbulo de la oreja susurrando mi nombre casi en un gruñido. Empezó a penetrarme una y otra vez. Y dejé que lo hiciera. Me estaba retorciendo de placer, y sentía que el orgasmo estaba a punto de llegar.
Estaba sudando. Respiraba con dificultad y clavé mis uñas muy profundamente en el tapizado del coche cuando toda esa frustración se deslizaba por mis piernas.
Le miré y vi un Alex totalmente nuevo.
-Hemos llegado.
Los dos nos miramos y una sonrisa de complicidad apareció en su rostro.
-Gracias Andréi.
-Que disfruten de la noche.