Käthe Wohlfahrt ha instalado su pequeño pueblo navideño en el Barri Gòtic con una tienda abierta todo el año en Carrer dels Banys Nous, 15, a dos pasos de La Rambla y de la catedral. Entrar es cruzar un umbral de luz cálida, madera tallada y vidrio soplado que invita a desacelerar el paso y recuperar el asombro. En palabras de la gerente, “aquí hay las figuras entre cascanueces, arco de luces, pirámides y fumadores… trabajamos con proveedores alemanes que hacen todo a mano”, un punto de partida que define la visita.
Artesanía y memoria: del Erzgebirge a Barcelona
La historia de Käthe Wohlfahrt nace en 1964 como un proyecto familiar inspirado por la artesanía del Erzgebirge y otras regiones alemanas. Con los años, la firma se trasladó a Rothenburg ob der Tauber, donde en 1977 abrió su primera tienda navideña permanente y, más tarde, sumó el Museo Alemán de la Navidad, que documenta la evolución de las costumbres y los objetos festivos. Ese legado late hoy en Barcelona, donde el paseo por la tienda reproduce el encanto de un pueblo alpino en pleno casco antiguo.

“Esta tradición ha empezado a aparecer en el siglo XIX”, recuerda la gerente al mostrar un fumador —esas figuras de madera que exhalan humo de incienso— y enlaza con el arco de luces, pieza muy simbólica para la cultura minera alemana. “Cuando los mineros acababan su turno el 24 de diciembre, ponían sus fanales a la entrada de la mina; los familiares veían un arco de luz y sabían que iban a pasar”. Su relato convierte los objetos en pequeñas cápsulas de historia que ahora encuentran otra vida en salones barceloneses.
Un árbol de cuatro metros y medio para soñadores de todas las edades

El recorrido por la tienda barcelonesa se organiza como un pueblo de Navidad con habitaciones temáticas y un gran árbol central que se eleva 4,5 metros hasta el techo. Desde la galería superior se contempla su despliegue de 1.250 adornos de vidrio, un espectáculo que hipnotiza tanto a curiosos como a coleccionistas. Es el tipo de puesta en escena que explica por qué la marca habla de “espíritu festivo los 365 días del año”.

“Hay familias que decoran cada año con un tema especial”, cuenta la gerente. “Transporte, marítimo… y hay quien colecciona cascanueces y supera las 200 piezas en casa”. Su observación encaja con el enfoque de la tienda: inspirar rituales personales y hacer de la Navidad un lenguaje propio.
Cascanueces con 135 pasos y fumadores que cuentan historias

Entre los nombres imprescindibles aparecen talleres con más de un siglo de oficio y firmas como Christian Ulbricht, célebre por sus cascanueces, pirámides y Räuchermännchen. “Un artesano llega a realizar 135 pasos para crear un cascanueces”, subraya la gerente mientras señala modelos exclusivos y ediciones con diseño propio para la marca. En el escaparate barcelonés, el universo de madera —natural, tintada o lacada— convive con vidrio, fieltro y latón, siempre con un punto nostálgico que evita la estridencia.
La tienda, además, custodia la memoria de piezas antiguas: en Rothenburg existe un pequeño museo donde se exhiben cascanueces de más de 200 años, recordatorio de que la Navidad también se aprende mirando atrás.
Barcelona en el árbol: del taxi al caganer de vidrio

La adaptación local ha cuajado en adornos exclusivos: taxis de Barcelona, la Moreneta y, sobre todo, el caganer de vidrio para colgar del árbol. “Es un éxito cada Navidad”, reconoce la gerente. “Lo diseñó el estudio para la tienda de aquí y se ha convertido en nuestro producto estrella”. A su lado, animales miniatura, instrumentos y figuras de cuento de vidrio soplado completan una selección que seduce por su brillo y por ese toque de humor tan barcelonés.
Un destino para locales y viajeros
La tienda de Barcelona abrió en noviembre de 2019 y, desde entonces, se ha consolidado como parada obligada para paseantes del Gótico, familias catalanas y viajeros de medio mundo. “Nuestros clientes principales son americanos, pero también vienen mucho desde Madrid y Canarias”, explica la gerente. La firma, nacida en Alemania y expandida por Europa y Norteamérica, mantiene aquí su promesa de experiencia inmersiva y servicio cuidado, ahora también con envíos para que nadie tenga que encajar un cascanueces en la maleta.

“Hasta los cascanueces de la entrada se venden”, confiesa con una sonrisa. “Hay que esperar seis meses y rondan los diez mil euros”. Otros, más domésticos, miden un metro y han alcanzado precios en torno a 1.800 euros. La diversidad de tamaños y acabados permite empezar una colección con una campanilla de vidrio o dar el salto a una pieza icónica que preside el salón.
Tradición que viaja: de Rothenburg al mundo
El corazón de la marca sigue latendo en Rothenburg ob der Tauber, donde se ubica el Christmas Village y el Museo Alemán de la Navidad. Desde allí, la familia Wohlfahrt —segunda y tercera generación— ha convertido su pasión en una red de tiendas y en una presencia fija en ferias navideñas de Europa y Norteamérica. En Barcelona, esa herencia se traduce en un espacio pensado para evocar recuerdos y crear otros nuevos, con la calidez justa para que el paseo termine, casi siempre, con una caja envuelta en rojo.
Cómo vivir la experiencia
Quienes buscan decoración navideña artesanal en Barcelona encuentran en Käthe Wohlfahrt un refugio durante todo el año. La visita invita a descubrir historias detrás de cada pieza, desde los arcos de luces que nacen de la cultura minera a los fumadores que perfuman la casa. “Todo esto se ha convertido en tradición”, resume la gerente. “Y nuestra misión es que cada hogar la haga suya”.


