Con El mar de los ocultos, las Hermanas Greenwood (Natalia Martín y Beatriz Blanco) firman, probablemente, su libro más ambicioso y bello hasta la fecha dentro de la serie Orelia. Tras el éxito de La tierra de los dorados, regresan con una propuesta que mezcla géneros —romance, aventura, política, mitología— y que vuelve a apostar por el formato autoconclusivo: mundos nuevos, tramas cerradas y personajes que crecen con coherencia interna.
En esta conversación hablan de la montaña rusa de publicar mientras maternan, de por qué la religión es la palanca que ordena su worldbuilding, de Iduna y Enoc como ejes emocionales de la novela, del vértigo de la corrección editorial, de las portadas más “adultas” y de lo que está por venir en Orelia.
¿Cómo estáis llevando el hecho de esta publicación tan especial?
Natalia Martín: Uf, pues la verdad que como una montaña rusa. Muy bien, porque la acogida está siendo bastante positiva. Estamos muy agradecidas, sobre todo después de la Feria del Libro, que fue preciosa. Ha sido espectacular lo que hemos vivido allí, pero con muchos sube y baja, porque al final, como decía Bea, no tenemos un minuto que perder. Entre entrevistas, escritura y trabajo, además de ser mamás, los bebés todavía dependen cien por cien de nosotras. Así que, uf, estamos a mil por hora.
Beatriz Blanco: Mucho cohete y mucho fuego artificial, porque cuando ves que va funcionando, que va gustando, que el segundo libro también está yendo bien, se te llena el corazón. Pero a la vez aparece el síndrome del impostor: “¿Y si vamos a un evento y no viene nadie?”. Hablando con compañeras que llevan más años nos dicen que eso nunca se va del todo, que incluso con treinta novelas seguirás sintiendo esos nervios. Y en el fondo es bonito.
Escribir con vértigo y reinventarse
El hecho de volver a escribir tras el éxito del primer libro debía ser un reto. ¿Cómo habéis vivido esa presión de ofrecer algo nuevo a las lectoras?
Natalia Martín: Sí, lo hemos reflexionado mucho. No queríamos contar lo mismo. Cuando escribimos esta novela teníamos muy claro que los personajes debían ser distintos, sobre todo el masculino. También quisimos experimentar con el formato a dos voces, algo diferente al anterior libro. Aunque pertenecen al mismo universo y comparten ciertos elementos, queríamos que cada historia tuviera su identidad. Y aunque fue un berenjenal, creo que lo hemos salvado bastante bien.
Beatriz Blanco: Totalmente. Queríamos dar esa vuelta de tuerca. Luego serán las lectoras quienes decidan si realmente nos hemos reinventado, pero nosotras lo intentamos con todo el corazón.

El arte de cerrar historias
Hablabais en otras entrevistas de hacer novelas autoconclusivas en lugar de sagas largas. ¿No os planteasteis dividir esta historia?
Beatriz Blanco: Es un reto, sin duda. Cuando haces una novela autoconclusiva tienes que crear un mundo, desarrollar la trama principal y romántica y cerrarlo todo en un solo volumen. Las sagas tienen sus ventajas, pero también sus inconvenientes. A nosotras nos seduce más el formato autoconclusivo, porque como lectoras a veces te pierdes entre volúmenes, se te olvida el hilo o no tienes tiempo de releer. Queríamos libros con buena trama y emoción, pero que empezaran y acabaran sin depender de continuaciones. Y parece que los lectores lo están agradeciendo.
Mitologías que sostienen mundos
Habéis jugado con muchos géneros en un mismo libro. ¿Cómo lográis que ninguno eclipse al resto?
Natalia Martín: Igual que en La tierra de los dorados partimos de la mitología egipcia, en El mar de los ocultos lo hicimos de la nórdica. Analizamos sus bases, costumbres y creencias para construir un universo coherente. Por muy fantasiosa que sea la historia, debe tener sentido interno. Esa coherencia es lo que permite que todo funcione.
Beatriz Blanco: Además, documentarte tanto te hace ver cómo la religión moldea la sociedad. Nos dimos cuenta de que controlando la religión controlas la narrativa. En cualquier cultura, la religión afecta a las costumbres, la política y las relaciones. Así logramos equilibrar los distintos géneros y mantener coherencia entre todos los elementos, incluido el romance, que también encaja dentro de ese mundo mitológico.
Fantasía con los pies en la tierra
¿Creéis que para que una fantasía sea buena debe tener coherencia absoluta?
Natalia Martín: Para nosotras sí. Nuestros personajes se rigen por esa coherencia. Son influenciados por sus propias creadoras, claro, pero la lógica interna es clave.
Beatriz Blanco: Nos gusta meter mucha crítica social, que el lector se vea reflejado en ciertos dilemas o duelos. Aunque no tengamos dragones, todos vivimos nuestras propias batallas. Queremos que se sientan identificados con esos conflictos internos y que vean que luchar por los sueños también es parte de esa coherencia.
La fuerza de Iduna
Iduna es una protagonista muy humana. ¿Cómo construisteis su personaje?
Natalia Martín: Partimos de lo cotidiano, de lo mundano. Iduna representa a cualquier persona que un día desea romper la rutina. Su viaje comienza con un duelo que marca su transformación. Es un personaje redondo y evolutivo, con emociones reales y reflexiones que conectan con quien lee.
Beatriz Blanco: Y su fuerza es muy diferente a la de otros personajes. No sabe manejar una espada, tiene que aprenderlo. Es pescadera, no guerrera. Su poder está en la resistencia y la determinación. Demuestra que encontrar tu valor interior puede ser más difícil que empuñar un arma.
El encanto del antihéroe
Hablemos de Enoc. Es un personaje que pasa de caer mal a conquistar al lector. ¿Cómo trabajasteis eso?
Beatriz Blanco: Partimos de la mitología nórdica y lo concebimos como una mezcla entre Loki y Jack Sparrow. Es excéntrico, canalla y desconfiado, pero tiene motivos para serlo. A lo largo de la historia, el lector va descubriendo su pasado y comprendiendo su comportamiento.
Natalia Martín: Tuvimos que construir mucho su trasfondo para que la evolución fuera creíble. Queríamos que el cambio no pareciera abrupto, que las pistas se fueran sembrando poco a poco.
Beatriz Blanco: Exacto, soltábamos pequeñas “miguitas de pan” que preparaban al lector para entenderle. Hasta que llega ese punto de giro en el que todo cobra sentido.
Escribir, cortar y sobrevivir
¿Hubo escenas eliminadas por cuestiones editoriales?
Natalia Martín: En La tierra de los dorados sí. En El mar de los ocultos más bien recortamos hilos secundarios.
Beatriz Blanco: Nuestra editora nos pidió acortar algo porque el libro era enorme. El corrector propuso quitar 100 páginas, incluso escenas esenciales de Enoc, pero hablamos con la editorial y rehicimos partes para no perder la esencia del personaje. Fue un auténtico encaje de bolillos.
Natalia Martín: Queríamos mantener incluso las intervenciones más pequeñas, porque eran vitales para conservar su carácter.
Mirando a nuevas mitologías
Habéis explorado la egipcia y la nórdica. ¿Os atrae la oriental?
Beatriz Blanco: Nos llama mucho la atención. Está sobre la mesa.
Natalia Martín: Sí, sobre todo la parte japonesa. Estuve allí el año pasado y tomé muchas notas, pero es un terreno que hay que estudiar bien antes de abordarlo. Nos gusta hacer las cosas con rigor.
Beatriz Blanco: En la serie de Orelia hay cinco reinos, y cada uno se basa en una mitología distinta. Ya tenemos el tercer libro casi listo y la siguiente inspiración podría venir de ahí.
El valor del formato autoconclusivo
¿Qué ventajas os ofrece escribir historias que comienzan y acaban en un solo libro?
Beatriz Blanco: La frescura creativa. Escribimos una trilogía antes y, aunque la amamos, al final te cansas de los mismos personajes. Queríamos crear universos nuevos sin las limitaciones de una saga larga. Terminar un libro y empezar otro distinto nos da libertad.
Natalia Martín: Además, los lectores lo agradecen. Les permite disfrutar de una historia completa sin esperas. De momento seguiremos con el formato autoconclusivo, salvo que un proyecto nos pida dividirlo en dos por extensión.
Un universo nacido entre canciones y sueños
Leí que esta novela tiene cierta conexión con Eurovisión, por la canción “Queen of Kings”. ¿Es cierto?
Beatriz Blanco: (Ríe) Sí, un poco. Nos inspira todo, incluso la música.
Natalia Martín: La idea puede nacer de cualquier sitio, pero lo que cuenta es cómo la transformas.


¿Qué pregunta no os han hecho y os gustaría responder?
Natalia Martín: Qué buena pregunta.
Beatriz Blanco: Y difícil a la vez.
Natalia Martín: Nos ha encantado esta entrevista, de verdad.
Beatriz Blanco: Si hay alguna productora leyendo esto… yo veo a Enoc en la pantalla.
Natalia Martín: Y me encantaría responder algún día a quién vería interpretando a Iduna.
Man Hoh: Yo solo os deseo que se convierta en película, aunque ahí sí tendríais que cortar.
Natalia Martín: Queríamos que mantuviera coherencia con La tierra de los dorados, pero con identidad propia. Buscábamos una portada más madura, sin ilustraciones de personajes, que reflejara el tono de la historia.
Beatriz Blanco: Exacto. Son portadas que transmiten una sensación más adulta. Aunque son libros para un público joven, tratan temas profundos. Además, la brújula que ves en la cubierta es la runa de protección que lleva Iduna. Los detalles están llenos de simbolismo y nos encanta que Planeta lo entendiera tan bien.
El mejor premio: las lectoras
¿Cuál ha sido el mejor momento que habéis vivido como escritoras?
Natalia Martín: Venimos de la Feria del Libro de Madrid y, sin duda, ver a las lectoras en persona. Escuchar sus palabras y saber que lo que escribes les llega es el mayor premio.
Beatriz Blanco: También el haber llegado hasta aquí. Hemos trabajado mucho desde que teníamos 16 y 18 años. Nos han pasado de todo: editoriales que cerraron, otras que no nos promocionaron, tropiezos mil. Si no fuera por el apoyo mutuo y de nuestros amigos, quizá habríamos desistido. Ahora, con Planeta y todo lo que está viniendo, sentimos que ha merecido la pena.
Natalia Martín: Nos conocimos por los libros, las dos de Alcalá de Henares, escribiendo muy jóvenes. Nuestra amistad y carrera han crecido juntas, y eso es lo más bonito de todo.
Así son las Hermanas Greenwood: dos autoras que han hecho de la fantasía un reflejo de la vida real, con historias que nacen de la emoción y se sostienen sobre mundos coherentes, mitologías reinventadas y un lazo inseparable entre ellas.


