El actor Eric Masip (A través de mi ventana) regresa a YOUNG para presentarnos su primer proyecto sonoro. Audible ha lanzado hoy la adaptación española del clásico de George Orwell, “1984“.
El casting inglés fue compuesto por Andrew Garfield, Cynthia Erivo, Andrew Scott y Tom Hardy, lo que es lógico creer su éxito en la plataforma. Para la adaptación española, además de Eric Masip, quien da vida a Winston, encontramos a Elena Anaya, Gonzalo de Castro y Víctor Clavijo.
Esta adaptación no es un audiolibro, sino una ficción sonora, lo que implica que los diálogos son parecidos a los de una película y cuenta con efectos sonoros y una increíble banda sonora, grabada en el mítico estudio Abbey Road, obra de Matthew Bellamy, líder y guitarrista de la banda Muse.
Bienvenido Eric Masip de nuevo a YOUNG. Primera incursión a la ficción sonora, ¿cómo te has sentido trabajando en este formato?
Me sentí realmente bien. Fueron días muy intensos, de muchas horas de trabajo, pero el concepto es totalmente diferente.
Estaba nervioso porque es un tipo de exposición muy directa y vulnerable. Cuando actúas frente a una cámara, hay muchas distracciones, pero aquí la atención está puesta completamente en la voz, que para mí es esencial en la actuación. Al principio me preguntaba: ¿Seré capaz de adaptarme y dar lo mejor en este formato?
Sin embargo, al hablar con otros actores que ya lo habían hecho, todos me decían que salían encantados, muy felices y orgullosos de la experiencia. Así que pensé: vamos a ver qué tal. Y al final, lo que he sentido ha sido puro disfrute; realmente es una experiencia muy gratificante de vivir.
“Estaba nervioso porque es un tipo de exposición muy directa y vulnerable”
¿Cambia mucho la manera de rodar una ficción sonora que de una audiovisual?
Por supuesto, Los rodajes al final todo tiene muy poco recorrido. O sea, digamos que lo tienes que hacer en tu cabeza, pero tú grabas una escena un día, luego grabas otra cosa.
Aquí fuimos de seguido, bueno, de seguido, alternando capítulos, pero todas las secuencias, todas las escenas eran seguidas. Entonces tú tienes un proceso como actor, de libertad. Aquí juego, aquí empiezo y acabo y entonces, por lo menos, lo que es el oficio y el trabajo, fue muy agradecido.
“Fue cuestión de confiar y lanzarse”
Eric Masip, tú eres un actor de método, que normalmente te trabajas mucho esos personajes tan con pungidos, lo hablamos con “A través de mi ventana“, lo complicado que fue ese personaje. ¿Te quería preguntar, cuando te toca solo interpretar con voz muchas emociones, qué tal fue?
Para empezar, creo que no soy un “actor de método”, aunque realmente este concepto puede ser algo ambiguo. Lo menciono porque a veces te encasillan en una forma de trabajar que no siempre se ajusta a cómo realmente te preparas. Creo que cada actor tiene su propia manera de hacerlo, y, en mi caso, ni yo siempre sé definir lo que hago. Lo que es cierto es que el proceso sigue siendo el mismo, tienes el texto a mano y eso facilita mucho el trabajo, porque te permite leer y redescubrir constantemente.
En este proyecto, lo leímos varias veces, pero también hubo algo especial en ciertos momentos, donde, si surgía algún cambio, podíamos descubrirlo sobre la marcha, igual que lo hace el personaje, que también vive el momento. Me gusta mucho ensayar y trabajarlo a fondo, pero aquí todo fue muy rápido; no hubo tanto tiempo para esa preparación exhaustiva, así que fue cuestión de confiar y lanzarse, que a veces cuesta al principio, pero luego te dejas llevar.
Al final, salí muy satisfecho. De hecho, he repetido varias veces que lo disfruté mucho, y es que realmente lo fue: una experiencia de disfrute total.
“La experiencia sonora tiene algo especial, una magia en el imaginario”
Eric Masip, ¿qué crees que le va a aportar al lector de 1984, escuchar esta ficción sonora?
Al final, lo mejor de este proyecto es precisamente eso: al ser una ficción sonora, no es solo una narración ni una explicación del libro; es una ficción en toda regla y, además, es un formato complicado de llevar a cabo. Por ejemplo, cuando se hizo la versión audiovisual, aunque resultó ser una película genial, no tuvo tanto éxito.
Sin embargo, la experiencia sonora tiene algo especial, una magia en el imaginario que creas solo a partir de las voces. Yo tengo una imagen de cómo fue este proyecto; tú tendrás otra diferente y, así, cada persona puede recrearlo a su manera. Es como leer un libro con el añadido de que yo te lo cuento, de que es una interpretación que yo preparo para ti.
Además, creo que hoy en día esta historia tiene un eco muy actual, especialmente la distopía de Zweitausendein. Cuando uno lee una distopía, suele pensar que refleja algo del presente, y esta en particular aborda temas que nos resultan muy cercanos. Nos recuerda a esta sensación de estar observados constantemente, y que, en muchos contextos, uno no puede expresarse con libertad sin miedo a las críticas o a la censura.
Hoy en día, con las redes sociales, cualquier cosa que digas, sin importar la postura o el tema, siempre generará algún tipo de reacción o detractor. Aunque no es exactamente igual a lo que ocurre en la historia, donde los personajes incluso arriesgan su vida por pensar diferente, la censura sigue siendo una realidad en muchos lugares del mundo.
Así que no es solo una distopía; es un reflejo de algo que ha existido siempre y que hoy en día se amplifica con la conexión constante y la vigilancia de las redes.
“Tenemos el potencial de hacer mucho bien, pero también de causarnos mucho daño”
Con tu respuesta me ayudas a hilarte a la siguiente pregunta, ¿qué reflexión te has llevado después de leer este libro al 1984?
Tengo una visión parecida a la del personaje, en el sentido de que, como sociedad, tenemos el potencial de hacer mucho bien, pero también de causarnos mucho daño. Aunque suelo ser optimista, últimamente siento que estamos yendo hacia lugares oscuros. Parece que hay una tendencia a esperar que el otro cometa un error para señalarlo o juzgarlo. Esto se hizo evidente durante la pandemia, cuando algunos vecinos disfrutaban criticando al que salía a comprar el pan, preguntando qué hacía en la calle, como si estuviera haciendo algo terrible. Esa necesidad de señalar al otro, de alimentar el odio, es algo que veo cada vez más presente.
Entonces, me pregunto cómo podemos recuperar la capacidad de entendernos y de aceptar al otro. También reflexioné sobre que, para anular el espíritu de libertad de una persona, hay que destruir su esencia. Mientras esta esencia exista, aunque las presiones sociales sean fuertes, siempre habrá una tendencia a que el individuo, en conexión con el colectivo, busque elevarse y reivindicarse.
A veces tengo tantas ideas en la cabeza que cuesta ponerlas en palabras claras, ¡espero haberme explicado!
“Me pregunto cómo podemos recuperar la capacidad de entendernos”
Winston es un personaje que representa precisamente ese enfrentamiento hacia un sistema. De hecho, es un personaje introspectivo y también disconforme. ¿Cómo te has inspirado para desarrollar este personaje?
En general, esta historia me gustó mucho porque expandió mi imaginación y me hizo reflexionar sobre mi propia experiencia. En mi círculo privado hablo mucho con los míos y comparto opiniones libremente, pero, al ver cómo se mueve el mundo hoy en día, prefiero no expresar ciertas ideas en público. No es que no quiera o que no sepa explicarlas, sino que siento que los medios actuales no facilitan una buena comunicación; es fácil que se malinterprete lo que uno dice. Puedes intentar explicar algo con toda claridad, pero basta un pequeño error o una frase sacada de contexto para que la gente lo entienda mal o incluso lo use en tu contra.
“Los medios actuales no facilitan una buena comunicación”
Por eso, en general, suelo reservar mis pensamientos para mí, y eso es precisamente lo que le sucede al personaje. Él también desea liberarse, expresar lo que piensa, pero el miedo al juicio lo limita, y siente que todos los demás piensan igual, aunque nadie se atreve a decirlo en voz alta. Este miedo a compartir lo que realmente pensamos también lo veo reflejado en cómo reaccionamos ante las injusticias en el mundo: muchas personas callan por temor a las repercusiones, y a veces yo mismo también me guardo ciertas opiniones.
Sin embargo, tener a este personaje como referente me ha dado fuerzas para abrirme más y luchar activamente contra lo que considero injusto. Es inspirador sentir que hay espacio para enfrentarse a esas situaciones con mayor valentía.
“Estamos en un mundo que tiene cosas muy malas, pero también tiene cosas muy buenas”
¿Cuál fue el último pensamiento que te has mordido la lengua?
No lo sé. Ahora mismo ahora trato de no hacerlo. Al final es como me pelearía con todo el mundo y estarías todo el día peleado. Sin embargo, estoy empezando a abrir el espacio, a entender, digo: oye, tú puedes pensar esto, tú puedes pensar esto, pero no todo es tan blanco o negro.
Estamos en un mundo que tiene cosas muy malas, pero también tiene cosas muy buenas y precisamente porque hay muchos grises, hay que aprender a intentar ver más allá de lo que es lo que la persona piensa. Por eso no me suelo morder la lengua, porque mentalmente hago el ajuste y eso me gusta también.
Aún no hemos podido escuchar nada de esta adaptación, tú que supongo que sí, ¿qué te ha parecido?
Es una experiencia muy envolvente. A mí me ponían los efectos de sonido para sumergirme de lleno en ese mundo. Al final, es un universo muy específico: un lugar donde caen bombas, donde hay manifestaciones masivas de odio, como los “dos minutos de odio” en los que todos gritan y descargan esa agresividad, una práctica que, en esta realidad, se celebra como parte de la vida cotidiana.
“Fue un reto porque debíamos sincronizar nuestras escenas con la estructura de la versión original”
La versión británica de esta historia tuvo mucho éxito, y seguimos esa misma línea. Curiosamente, aunque como actores teníamos cierta libertad en la interpretación, también fue un reto porque debíamos sincronizar nuestras escenas con la estructura de la versión original, ajustándonos a los tiempos y matices que el primer actor había marcado.
Pero lo mejor de todo esto es que no se trata de una narración explícita, sino de entrar en los pensamientos del personaje. Los efectos especiales, las explosiones, la multitud… Todo eso te lleva a vivir y sentir este mundo. Por eso hablaba del imaginario: aunque no se te dice con exactitud cómo es ese mundo, te da la libertad de imaginarlo y hacer tu propia interpretación.
“Todo te lleva a vivir y sentir este mundo”
Ahora que has dado el salto a la ficción sonor, ¿qué otro libro te gustaría participar?
¡Uau! Pues te diría que llebo años queriendo participar en “Un trambía llamado deseo”. Es que además hoy en día yo creo que también resonaría mucho por cómo son las cosas de la vida. Y no sé, fue uno de los primeros impactos que tuve en la interpretación en mi vida.
La historia es muy intensa, y en su momento generó una reacción fuerte en el público. Marlon Brando, como actor, me parece fantástico, pero su personaje era profundamente detestable, manipulaba y volvía loco a todo el mundo, reflejando un poco aquella sociedad de la época. Hubo censura, y no sin razón: el personaje es, literalmente, un maltratador. Desde el punto de vista actoral, es un papel muy interesante, pero el impacto surge cuando el público no logra diferenciar al personaje del actor, lo cual resulta chocante.
Sé que están planeando hacer una versión teatral de esta historia pronto en el Teatro Español, y me hace pensar en cómo reaccionaría el público actual. Me interesaría mucho ver esa reacción, y espero que sea distinta a la de 1951.
“Hubo censura, y no sin razón”
Eric Masip, aprovechando que volvemos a vernos después de tres años, ¿qué pregunta te harías ahora mismo como actor que no te han hecho en estas entrevistas de Audible?
Hay una pregunta que es algo general, pero que siempre me resulta interesante: “¿Cuánto de mí hay en un personaje?” A veces ni siquiera yo mismo lo sé. A veces uso lo que tengo que usar, lo pienso, pero también me dejo llevar por el proceso, sin cuestionarlo demasiado. Me parece fascinante, porque muchas veces, al responder, me lo estoy contando a mí mismo y descubro algo nuevo en el camino.
También me intriga cómo cambia la relación con un personaje a lo largo del tiempo. Por ejemplo, no he tenido aún la oportunidad de interpretar un mismo personaje en diferentes etapas de mi vida, como a los 30 y luego a los 60. Creo que sería una experiencia completamente distinta, porque en cada momento uno aporta nuevas vivencias y perspectivas. Es algo que me encantaría explorar algún día, aunque todavía me queda esperar para tener esa oportunidad.
Y ¿cuánto de Eric Masip hay en este personaje?
De Winston comparto ese deseo de luchar por ciertas cosas, algo que también siento en mi vida. He luchado por muchas causas; algunas veces con más fuerza, otras con menos, pero siempre con ese idealismo de que ciertas cosas pueden cambiar. Y, aunque a veces sientes el peso de la realidad y piensas: “esto no va a cambiar”, esa convicción no me impide seguir intentándolo.
También hay algo de valor personal en esto, en el amor propio que uno experimenta al saber que está actuando de acuerdo con lo que su espíritu le dicta, con lo que cree correcto. Eso, para mí, tiene una gran belleza.
“He tenido la suerte de trabajar con actores que admiro profundamente”
Estoy muy contento con este proyecto. Además, y aunque no lo había mencionado antes, he tenido la suerte de trabajar con actores que admiro profundamente, como Elena Anaya, Gonzalo de Castro y Víctor Clavijo, quien interpreta al Gran Hermano. Aunque no coincidimos directamente en el set, es un privilegio compartir escena con actores a los que respeto tanto y que han sido una fuente de inspiración para mí durante mucho tiempo.
Esa es una de las maravillas de esta profesión: un día te encuentras colaborando con personas que, de alguna manera, han dejado una huella en ti a través de sus interpretaciones y películas. Tiene esa magia, la de transformar y tocar algo profundo. Poder trabajar con gente que me ha inspirado y transformado es algo realmente bonito.