Fotografía de Dario Cavero (@dario.cavero), Alex Peñas (@alexpg2) e Isma O'Sullivan (@_osullivan_)

Especial de Navidad – Saúl

Álex me agradece el ofrecimiento, pero dice que no quiere generar ninguna situación incómoda. Dice que, si luego me apetece, podemos salir a hablar o algo. Me dejo apuntado su oferta, y me guardo el teléfono cuando llaman al timbre. Al mirar la hora, me quedo atónito. Se me ha pasado el tiempo volando mientras conversaba con Álex. Me levanto del sofá, me aliso un poco la ropa y me peino un mechón rebelde de pelo. Toca recibir a los invitados.

Los primeros en cruzar la puerta son mis abuelos, les reconozco por su voz. Saludan a mis padres y, cuando me ven, sonríen. Y yo también sonrío. Llevo mucho tiempo sin verlos; es lo que tiene que ellos vivan a más de dos horas de coche de mí. Sé que no lo confesarán en voz alta delante de la familia, pero yo soy su nieto preferido. Y no cuento a Iria, porque a ella la quieren tanto como a mí, solo que ella no tiene competencia alguna. Los siguientes en aparecer son mi tío Francisco, mi tía Raquel y… Jorge. Como no, viste un traje demasiado bonito y caro para mi gusto. Sus padres me saludan muy efusivamente, pero después le toca a él. Me dedica una sonrisa desdeñosa después de observar la decoración, y me da un apretón de manos.

—Hombre, primito —si tono de voz me produce arcadas—. Sigues siendo tan hortera como siempre.

No le partas la boca, Saúl. No le partas la boca. No merece la pena llenarse de mierda.

—Algunos ahorramos el dinero para cosas más importantes que la ropa, primo —aprieto los dientes y la mano con la que me da el apretón que siento que podría partir ambos. Su sonrisa se descompone, y yo suelto el agarre, mucho más feliz que antes—. La universidad pública no es barata, ¿sabes?

Jorge ni siquiera asiste a la universidad. Él, en cuanto terminó el bachillerato, empezó a trabajar en la empresa de su padre. Y no sé por qué me da en la nariz que, en cuanto mi tío Francisco muera, su hijo va a llevar a la quiebra la empresa. Tengo esa corazonada desde hace un par de años. De cualquiera de las maneras, paso de él cuando mi tío me pregunta qué tal me van los estudios. Poco después, llegan mi tía Enara, la hermana de mi padre y de mi tío Francisco, mi tío Juan y mi prima Iria quien, al verme, se lanza a mis brazos. Menos mal que tengo el suficiente equilibrio y fuerza para aguantarla y evitar que nos caigamos contra la mesa. Cuando se acerca Jorge, su expresión de euforia pasa a ser una de frialdad.

Ambos pensamos lo mismo, y por eso nos llevamos tan bien.

Estamos hablando un largo rato junto con nuestros abuelos hasta que mi madre anuncia que nos vayamos sentando. Yo me encamino a la cocina para ir llevando platos. Empezamos a comer a una buena hora. El resto de la velada, dentro de lo que cabe, está bien.