Dicen que caminar sobre los recuerdos pueden ser dolorosos, en este nuevo proyecto de la periodista Mónica G. Álvarez, nos invita a reconstruir once mujeres marcadas por el horror del Holocausto nazi. En esta ocasión son once mujeres españolas que a pesar de ese cruel escenario encontraron fuerzas para sobrevivir, esperanza en sus compañeras y amor por la vida. Ese es el mayor legado que nos han dejado y esta lectura es un homenaje, como nos ha dicho su autora, a sus vidas, hasta ahora anónimas y silenciadas.
Me ha llegado a emocionar este libro.
Bueno, bueno, me alegra que te hayas emocionado, a mí también me ha pasado cuando escribía este libro. Es un tema complicado, los campos de concentración y más cuando sabemos que son historias reales todavía muchísimo más.
¿De dónde viene este interés de dar voz a aquellas personas que podrían ser, por cercanía, vecinas nuestras?
Mi interés por el Holocausto y la segunda guerra mundial viene de hace más de una década cuando cayó en mis manos las historias de las guardianas nazis a raíz de trabajar en un programa radiofónico en RNE.
En ese momento hablábamos de Ilse Koch y me llamó mucho la atención porque era una asesina dentro de un campo de concentración, era una guardiana. A partir de esa historía recopilé otras dieciocho más en ese primer libro y me impactó muchísimo que había partes de la historia que jamás se habían explicado antes o bien porque nunca interesó aspectos más tétricos de esa época o porque eran mujeres y al final, se han relegado a un segundo plano por el machismo imperante o porque nadie se había preocupado a investigar más allá de las duchas de gas o los crematorios.
Desde hace más de diez años me interesó sacar a la luz contar historias que van a impactar al lector y a los ciudadanos de cualquier parte del mundo.
Sobre “Noche y niebla en los campos nazis” ya sabía que hablar de mujeres españolas deportadas que habían sobrevivido al Holocausto iba a causar muchísima congoja, por ejemplo a ti te ha emocionado. La gente iba a creer muchísimo más ahora lo que realmente sucedió en los campos de concentración, porque cuando pilla un poco lejos se diluye más esos sentimientos.
En España hubo muchas personas, en este caso muchas mujeres que también lucharon contra el fascismo, contra Franco, y que decidieron huir para sobrevivir y en esa huida acabaron luchando contra el nazismo, contra Hitler o Mussolini. Eran mujeres apresadas, muy valientes, con gran capacidad de camuflarse en la sociedad francesa de ese momento para pasar desapercibida, cuya labor en la resistencia fue clave fundamental para que los camaradas masculinos pudiesen operar y no fuesen descubiertos.
Hacían labores estilográficas, mecano-gráficas, pasando incluso por enfermeras o enlaces de correos… Todo lo hacían para luchar por la libertad, pero no la suya que es lo más bonito de esta historia, sino por la de todos nosotros, de la sociedad y por una democracia.
Hay un elemento interesante que describes en este libro que des-conocía que eran las familias. ¿Cómo se creaban ese vínculo de madres o hijas dentro de los campos?
Se creaban por afinidad, piensa que había miles de personas en cada barracón, sobreviviendo aplastadas en camastros y aquellas que eran más cercanas o las que ya tenían una amistad previa, decidían hacer esos pequeños núcleos familiares primero para protegerse de las guardianas nazis. Entiéndeme, defenderse refiriéndome acerca a tener alguien con quien hablar, si necesitaban comida o ropa buscaban la forma de facilitárselo, esa era su manera de protegerse. No es lo mismo encararse cuando apenas hay una persona sola que cuando hay cinco o seis.
Era una manera de sentirse seguras, protegidas e incluso queridas o acom-pañadas y sobre todo sentirse amadas, porque al final no tenían sus familiares con ellas y la necesidad de una caricia, un abrazo, era constante.
Hay que subrayar que no solo estaban rodeadas, no solo por el hambre y la miseria, toda clase de enfermedades derivadas, torturas y muerte, sino que estaban rodeadas de personas, que para ellas no lo eran y que eran los nazis y los veían como los verdaderamente animales.
Se sentían ninguneadas, con una moral por los suelos y la única forma de elevar esos ánimos era queriéndose y acompañándose.
Muchas de ellas ejercieron después como madres sobre todo a nivel emocional haciendo además una labor muy impor-tante para que algunas de ellas sobrevivieran.
Por ejemplo Lola García Echevarrieta que apodaban “Charlie”, ella animaba a sus compañeras y les regalaba palabras de cariño y de ánimo. Ella decía “no sois animales, son ellos los animales” y les jaleaba de alguna manera esa manera para que no cayesen, para que comiesen. Cuando entras en una depresión al entrar en un campo de concentración lo primero que haces es perder el apetito y ya de por sí no comían apenas nada, de esa forma muchas estaban evocadas a la muerte inmediata, por inmisión. Si no era por inmisión era por las palizas que sufrían de la mano de los guardianes.
De esta forma, el papel de estas mujeres fue primordial, está Neus Català que hizo una labor importantísima como madre y cada una de ellas fue una madre para las demás, pero en estos dos casos fueron las que más relevancia tuvieron en barracones para que aquellas camaradas suyas no falleciesen.
Hablamos de lo que sufrieron en los campos, pero en este libro y en contadas ocasiones se cuentan las duras condiciones que se quedaron las que lograron sobrevivir, algunas siendo rechazas con sus familiares cuando regresaron después de ese drama. ¿Cómo te quedas cuando te relatan que fue a veces peor esa vivencia posterior a los campos de concentración?
Me quedo con un cuerpo cortado, triste, impotente, porque al final no puedo hacer nada para cambiar esa realidad, no tengo una varita mágica.
Al final me pongo en la piel de ellas, empatizo con ellas y después de superar la muerte, por unos ideales que todos deberíamos abanderar cómo son la libertad, la justicia, la tolerancia, la igualdad, el feminismo y la democracia, salen de los campos, son verdaderamente libres, porque ya no tienen a nadie detrás, y de repente se encuentran con gente querida y parte de la sociedad que las rechaza por cómo se han comportado y las decisiones que han tomado y que las han llevado a entrar en un campo de concentración.
A mí eso me parece tremendo que la gente en ese momento fuese tan incomprendida, ninguneadas, las relegaban a un segundo plano y ellas incluso gestaron un sentimiento de culpabilidad.
Se sentían que no merecían haber sobrevivido a ese horror, respecto a sus compañeras. Algunas de ellas han tenido ese tipo de sentimientos encontrados, se decían “ojalá no hubiera sobrevivido”.
Se alegraban haber salido vivas, pero igualmente se sentían tristes porque preferían la muerte al no sentirse especiales.
Yo sí las considero extraordinarias, no solo por el hecho de haber sobrevivido, sino también las considero extraordinarias las que fueron asesinadas y torturadas, porque luchar por aquello en lo que crees cuando tienes todo en contra es de valientes.
Luchar por aquello en lo que crees cuando tienes todo en contra, es de valientes”
No todo el mundo se atreve ni en esa época de la historia ni ahora, a combatir a un régimen de injusticia y la resistencia, el ser resistente, es algo que deberíamos ser todos actualmente. El resistente, decía una de las protagonistas, que nace cuando sabe decir que no a una injusticia, cuando combaten contra las injusticias y todos, combatimos las injusticias, yo la primera, por lo tanto, son un ejemplo a seguir a día de hoy y siempre.
Son un ejemplo a seguir, sus vivencias, sus palabras, las enseñanzas que nos han dejado a las generaciones venideras, por lo tanto siempre estarán de moda.
Es necesario que esa voz que se apagó debido a la muerte, porque ya han fallecido debido a la edad, deben seguir sonando. Y este libro es mi forma de rendirles un merecido homenaje, para que su voz no se apague nunca.
Este libro cuenta la biografía completa de once mujeres de antes de entrar a los campamentos y como quién dice, hasta la muerte, ¿Cómo ha sido esta investigación?
Ha sido muy dura, para qué te voy a mentir. Farragasoa y complicada, piensa que todas ellas ya estan muertas, no he llegado a tiempo. Súmale además que cuando pertenecían a la resistencia se cambiaban el nombre por pseudónimos o apelativos una, ya entrada a Rabensbrück, la primera parada, en los registros ya no aparecía su nombre real.
Por lo tanto se hacía muy complicado encontrar quiénes eran en aquel momento, aquí han sido fundamentales tres instituciones que me han ayudado: el Memorial de Rabensbrück que me han facilitado todo tipo de documentación y de biografías que no contaban; también el Amical de Ravensbrück y Mauthausen, porque ellos también tienen mucha documentación recopilada de las últimas décadas en una exhaustiva búsqueda de los deportados. Por ejemplo Neus Catalá no tenía el mismo nombre cuando entró en el campo de concentración, tenía un nombre francés, al igual que Mercedes Núñez era Paquita Colomer, por lo que era muy complicado saber quiénes eran.
Esto se sabe por qué las familias han hablado, ellas mismas lo han contado y claro, aquellas mujeres que sí lo han contado era más sencillo, entre comidas, encontrar su historia.
Hay otras como Olvido Fanjul que nunca habían hablado, en este caso por ejemplo nunca llegó a contar nada, entonces imagínate encontrar una aguja en un pajar.
He necesitado mucha ayuda de los organismos institucionales para poder encontrarlas, también ha sido clave contar en algunos casos las familias, por eso las elegí.
He elegido a estas once mujeres, por recopilar el mayor número de documentos disponibles de ellas, porque sino sería imposible, había muchas otras mujeres, pero no me daba para hacer tantas páginas ni hacerlo tan completo y después lo segundo, entrevistar a los familiares, ya sean nietos, hijos o sobrinos que podían completar esa biografía con huecos.
Aportaban conocimientos de detalles anecdóticos, su carácter, sus aficiones, sus gustos, sus aspiraciones… He podido hacer una biografía mucho más completa en este libro que en cualquier libro de historia.
Es verdad que has llegado a relatar un punto tan minucioso las torturas que parece que puedas llegar a verlas.
Al final, la única manera que tiene el lector para saber qué ocurrió, fue narrando fielmente lo que pasó basándonos en los testimonios que han dejado ellas por escrito o en conversaciones con familiares, relatados en los organismos oficiales o de otras deportadas o supervivientes que vivieron lo mismo, porque sufrieron la misma victimización.
En un principio sufrieron lo mismo que padecieron los hombres, el hambre, las enfermedades, las torturas, la posibilidad de morir dentro… Pero las mujeres además hay que destacar que sufrían solo las mujeres que eran las agresiones sexuales por parte de los guardianes de la SS.
Ellas eran mujeres, la mayoría eran violadas y eso es algo que destacan por encima de otras prisioneras. Debido a esa violación podrían sufrir abortos forzados dentro del campo. Las llevaban a la enfermería, las esterilizaban y provocaban paralizar su ciclo menstrual, primero para evitar los embarazos y segundo para que no contrajesen otras enfermedades derivadas.
Cuando una mujer tiene la menstruación tenemos más posibilidades de padecer una infección y ante ese escenario desolador de falta de higiene, las mujeres con menstruación caían como moscas al contrario las que estaban esterilizadas.
Muchas de las mujeres que he contado no volvieron a tener la menstruación hasta mucho tiempo después de salir de los campos de concentración y gracias, entre comillas, a esas circunstancias pudieron ser más fuertes para sobrevivir ese calvario.