Termina de darle un trago a su bebida y me mira, desafiante. No era mi intención sonar tan borde, pero no me gusta que prejuzguen mis decisiones si ni siquiera me conocen. Sé que lo que yo ahora considero “mis guiones” podría mejorar muchísimo, pero por ello estoy estudiando: para que en el futuro sean perfectos. Siento que tengo potencial, me falta la formación.
—También es verdad. No entraría en la carrera alguien que no supiera expresarse con claridad.
—¡Bueno, ya vale de hablar de estudios! ¡Que es viernes! —grita Dídac, mucho más contento de lo que le suelo ver—. Nuevo tema
—¿Cómo de malo eres en la cama? —suelta Gadreel.
Mientras Luna y él se sonrojan fuertemente, yo intento aguantar la risa. Mora, sin embargo, se ríe a pleno pulmón. Le veo de perfil, sonriendo con malicia antes de soltar algo muy bestia sobre el novio de mi amiga. Y luego Dídac le responde, con una pullita de machos que no entiendo. Llegamos al metro poco después, y no me apetece para nada tener que coger caminos distintos, porque seguramente me toque volver hasta Hospitalet con Mora.
Sin embargo, empieza a despedirse de todos. Parece que ha venido hasta aquí en coche desde la facultad. Cuando llega mi turno dice que ha sido un placer haberme conocido. Yo tartamudeo un igualmente que suena a que me he liado con un trabalenguas. Se da media vuelta, y se marcha por donde hemos venido. Dídac y Luna mascullan que seguramente vaya a casa de su novia, aunque a Gadreel y a mí nos es indiferente lo que haga.
Eso sí, no puedo evitar pegar el oído al oír lo siguiente:
—Creo que Alicia se mosqueará con él.
—¿Por qué lo dices, amor? —pregunta Luna.
—Álex nos ha contado que no se ha presentado en la entrevista de la empresa donde entrará ella para hacer las prácticas —responde él.
—¿Nos?
—Se refiere a mí también —interviene Gadreel—. La empresa en la que estamos Dídac y yo es su prioridad, y puedo entenderlo. Tenemos producciones nacionales que han marcado mucho durante estos últimos años, y en breve vamos a pasar a tener también producciones internacionales. Y los nombres como Anne R. Payne, Robert Mitchell y Morgan Aveyard, así como títulos internacionales a la altura de Nuevas Adicciones, Altered Soul o Virtues & Vices, llevarán nuestra firma.
—¿¡En serio!? —exclamo, atónito. Gadreel me mira con los ojos entrecerrados, alegre, y asiente.
—Pero esto que quede entre nosotros cuatro, ¿eh? —Nos mira a los tres—. Yo lo sé porque me han contado unas pocas cosas en el departamento.
—Me va a costar ser una tumba, pero lo prometo —digo.
—Y yo —contestan al unísono Luna y Dídac.