Scott Derrickson, una de esas nuevas voces del terror con una filmografía entre las que se cuentan Sinister -que según la ciencia es la película más terrorífica de la historia- El exorcismo de Emily Rose o la primera Dr. Strange, nos trae la secuela de su Black Phone.
Tras dar muerte al grabber, Finn siente la presencia de su captor y empieza a recibir llamadas de este desde el más allá, al tiempo que su hermana tiene extraños sueños con un campamento y tres niños que tuvieron un fatal destino. Todo parece indicar que el origen de todo es ese campamento cristiano, por lo que no dudarán un momento en poner rumbo hacia este, para poner fin a su pesadilla.
El ‘King’ del terror logra colar cuatro obras en la gran pantalla este año
Menudo 2025 este para Stephen King, pues hasta cuatro de sus obras han tenido adaptación a la gran pantalla -The monkey, La vida de Chuck, La larga marcha y The running man- y por si fuera poco, ahora nos llega este Black Phone 2 que no es suyo, sino que se basa en una obra de su hijo Joe Hill.

Y Derrickson lejos de repetirse, lleva esta secuela a otro terreno, donde el relato tiene más elementos fantásticos que en la primera entrega y convierte al grabber en un asesino del más allá, casi un primo lejano del archifamoso Freddy Krueger.
Como aquel, el enemigo a batir, está muerto y puede herir en sueños y también podemos enfrentarnos a él en ellos. Así que mientras que los herederos de Wes Craven andan dándole vueltas a los derechos del personaje creado por su padre para ver cuando sale una nueva película de Elm Street, el grabber le adelanta por la derecha y toma su testigo.
Y tenemos a un Derrickson juguetón, que se sirve de los sueños para cambiar la textura y la fotografía de la imagen. Por una parte nos ayuda a distinguir cuando estamos inmersos en uno y por otra, dota a la imagen de un halo misterioso, añejo e incluso nostálgico.
A este mal rollo, también contribuye ese campamento cristiano plagado de nieve, del que, debido al temporal, no pueden salir y que visualmente es una gozada.
Una interpretación magristral de Ethan Hawke

Ethan Hawke aún escondido tras la máscara del asesino, ahora sobrenatural, pone los pelos de punta. Para mí su personaje es por derecho propio un nuevo icono del terror. Incluso se permite un homenaje a ese slasher de los 80 de culto llamado Cortinas, en una determinada escena en el lago helado.
En cuanto al trío protagonista, tenemos a Mason Thames como Finn, al que se le nota el paso de los años, y sabe usar esto para dotar de mayor madurez a su personaje, Madeleine McCraw como Gwen que aquí casi se lleva el protagonismo de la cinta con sus conexiones con el pasado y esos perturbadores sueños, y Ernesto a quien interpreta Miguel Cazarez Mora, que es a la vez el interés amoroso de Gwen y alivio cómico de la cinta.

Completa el reparto Demian Bichir, como el dueño del campamento cristiano al que acuden los protagonistas y que casi hace las veces de mentor y padre adoptivo de nuestros sufridos protagonistas.
En cuanto a la bso, el encargado de dotar de atmósfera y ponernos los pelos de punta es Atticus Derrickson, cuyo único crédito anterior en un largometraje es el de VHS 85, pero al que auguramos una longeva carrera.
Una secuela que me ha dejado muy buen sabor de boca y que ha funcionado bien en taquilla, habiendo costado unos 30 millones y recaudado unos 130 en todo el mundo. Si aún no la viste, es posible que la puedas ver en la cartelera de algunos cines. De lo contrario, siendo la productora Universal, probablemente dentro de poco la tengáis disponible en Skyshowtime. Un buen festín de terror, no os arrepentiréis.


