Durante los días previos a la Navidad, Cuenta atrás para el amor propone un gesto poco habitual en el panorama editorial: detenerse. Abrir un libro como quien abre una ventana diaria, una historia cada dos días, hasta llegar al 24 de diciembre. La antología, publicada por RBA Lit, reúne a trece autores y autoras del panorama actual de la literatura romántica nacional en un formato que funciona como un calendario de adviento literario, pensado para acompañar al lector durante la recta final del año con relatos que hablan de amor en todas sus formas.
Detrás de esta propuesta está María Terrén, editora del volumen y una de las impulsoras del proyecto. Desde la idea inicial —nacida entre películas navideñas y lecturas recurrentes— hasta la compleja coordinación de voces, extensiones y tonos, Terrén ha sido la encargada de dar coherencia a un libro coral que reivindica la diversidad del género romántico y el talento de sus autores. Hablamos con ella sobre el origen de Cuenta atrás para el amor, el proceso editorial que hay detrás de una antología tan singular y el papel, muchas veces invisible, que desempeña una editora en la construcción de un libro.
Para empezar, ¿cómo surge la idea de juntar a diferentes escritores y escritoras del mismo género —o cercanos a la romántica juvenil— para crear un calendario de adviento literario?
Primero, porque soy una friki absoluta de la Navidad. Aguanto lo que puedo sin poner la decoración demasiado pronto, aunque cada año me van frenando un poco. El año pasado ya habían salido algunos libros con un formato parecido, pero recuerdo estar viendo Love Actually —otra vez más— y pensar lo bonito que sería tener algo así trasladado a un libro.
Ese concepto de pequeñas historias que te acompañan durante los días previos a Navidad me parecía precioso. Evidentemente, hacerlo con un relato por día era complicado, sobre todo coordinando a distintos autores, pero pensé que hacerlo en bloques de dos días podía funcionar. Y además tenía clarísimo que quería apostar por talento nacional. Soy muy defensora de nuestros autores, creo que tienen una calidad enorme y que muchas veces no se pone suficientemente en valor.
Esta era la forma perfecta de acompañar al lector hasta el día 24 y, al mismo tiempo, demostrar que la novela romántica no es un género simple ni repetitivo, como tantas veces se dice.
Una antología romántica con multitud de visiones
Eso se escucha mucho.
Exacto. Y Cuenta atrás para el amor es precisamente el reflejo de que eso no es cierto. Aquí hay trece autores distintos con una misma premisa: un relato navideño, de una extensión concreta, que hablara del amor en cualquiera de sus facetas. Evidentemente, el amor romántico tiene mucho peso, pero también hay amor propio, amor familiar, historias más luminosas y otras más oscuras o incluso retorcidas.

Y lo más bonito es que ninguno de los relatos se solapa con otro. Nadie ha desarrollado la misma idea ni ha seguido el mismo camino. En ningún momento he tenido que decir “esto ya se parece demasiado a otro texto”. Creo que ahí está la magia del libro: descubrir autores nuevos y comprobar la enorme diversidad que existe dentro del género.
La selección de autores
¿Cuáles fueron los primeros nombres que tuviste claros para el proyecto? Esos autores a los que llamaste primero.
Ha habido mucha gente con la que ya había trabajado o con la que había estado a punto de trabajar y, por distintas razones, no se había dado la oportunidad. En este caso, Raquel Arbeteta tenía que estar sí o sí. He trabajado con ella muchas veces y adoro cómo escribe; me leería absolutamente todo lo que hiciera, hasta la lista de la compra.
Con Miryam Le Hardy teníamos pendiente colaborar desde 2021, y este proyecto era la excusa perfecta. Iria y Selene son autoras que, de una forma u otra, han acompañado a muchísimos lectores, así que fue un honor contar con ellas. Y cuando surgió la posibilidad de que Laia Soler participara fue un sí inmediato.
Todo fue muy orgánico: ir sumando nombres que tuvieran sentido dentro del proyecto y que aportaran voces distintas.
Cómo se elaboró

Hablemos del formato. Cada historia ocupa dos días del calendario. Algunas se dividen claramente en dos fragmentos. ¿Eso se pensó así desde el inicio?
Sí. Desde el principio se les dijo a los autores que su relato debía poder dividirse en dos partes más o menos equilibradas. Intentamos evitar que hubiera una primera parte larguísima y una segunda muy corta, aunque el formato físico del libro condiciona muchísimo.
Este tipo de libro es muy rígido: cada capítulo tiene que empezar y terminar en una página concreta, no puede haber texto “bailando”. Eso nos obligó a hacer un auténtico encaje de bolillos. Para no recortar relatos, en algunos casos ajustamos la caja del texto o el tamaño de la letra, algo que se nota si te fijas, pero preferí eso a mutilar historias.
Además, hubo un momento bastante tenso cuando imprenta nos dijo que finalmente iban a ser menos páginas de las previstas y tuvimos que reorganizarlo todo. Fue duro, pero creo que el resultado final respeta mucho más el trabajo de los autores.
Después de hablar con los trece autores, ¿alguno te ha dicho que quiere seguir desarrollando estos personajes?
Como tal, no una continuación directa, pero sí ha habido autores que se han quedado con ganas de escribir más. Y hasta ahí puedo leer.
El trabajo de una editora
Para quien no lo sepa, ¿qué hace exactamente una editora? ¿Cuál es vuestro papel entre el autor y la editorial?
Decir que eres editora suena muchísimo más glamur de lo que realmente es. Ojalá nos pasáramos el día leyendo, pero la realidad es que tenemos muchísimas reuniones. Coordinamos absolutamente todo: hablamos con autores y agentes, con traductores, con marketing, con diseño, con el equipo comercial.
Evidentemente trabajamos el texto, que para mí es la parte más bonita del proceso, pero también opinamos sobre portadas, estructuras, inicios de capítulo y desarrollo de personajes. A veces toca decir “este personaje aquí no funciona” y otras “este capítulo es una fantasía absoluta”.
Cuando trabajo con autores nacionales me gusta formar parte del proceso creativo si el autor quiere: escuchar música juntos, comentar ideas, proponer escenas nuevas. Y luego está la parte humana: acompañar en presentaciones, hablar con lectores, escuchar qué hay al otro lado. Nosotros vivimos muy dentro del proceso, pero es importantísimo saber cómo se recibe el libro fuera.
La literatura que se viene el próximo año
Para cerrar: ¿habrá una segunda parte de Cuenta atrás para el amor? ¿Y qué esperas con ilusión de 2026, ya no como editora sino como lectora?
Nos gustaría que Cuenta atrás para el amor fuera como el turrón, que volviera cada Navidad. Está sobre la mesa y lo veremos.
Y de cara a 2026… yo ya estoy viviendo en 2026 desde hace tiempo. Estoy editando libros que salen a principios de año y estoy muy emocionada. Hay proyectos que están generando muchísimo revuelo dentro de la editorial.
Van a volver autores conocidos con nuevos libros, habrá segundas partes muy esperadas y, en general, mucha intensidad emocional. Fantasía, romance, historias que remueven. Mucho fuego, vamos a dejarlo ahí.


