Laia Soler es una de las voces más reconocibles de la literatura juvenil y romántica en España, con una trayectoria marcada por historias emocionales, escenarios evocadores y personajes que crecen junto al lector. Acaba de publicar El hechizo de tu nombre, una novela que mezcla brujas, viajes y primeras decisiones vitales, y que confirma su buen momento creativo dentro del género juvenil.
En Cuenta atrás para el amor, la antología navideña concebida como un calendario de adviento literario, Soler firma uno de los relatos más singulares del volumen: una historia ambientada en Islandia, lejos de los tópicos habituales de la Navidad, que explora la nostalgia, las segundas oportunidades y el peso del pasado emocional. En esta entrevista, la autora reflexiona sobre el amor, la madurez, la escritura romántica y el vínculo entre memoria, lugares y emociones, desde una mirada serena y profundamente personal.
Para romper el hielo un poco, Laia Soler, ¿cuál es tu recuerdo más bonito de la Navidad?
Tengo muchísimos recuerdos, pero creo que los más bonitos son delante de la chimenea. En casa teníamos una cuando era pequeña y recuerdo estar allí con mi familia abriendo los regalos del Caga Tió, que es una tradición catalana preciosa. Básicamente coges un palo y le pegas a un tronco para que “te cague” regalos. Era muy mágico, sobre todo cuando todavía podía engañar a mi hermana pequeña y decirle: “Mira, el tronco te ha cagado esto”.
¿Recuerdas alguno en especial?
Una vez el Caga Tió me cagó un piano. Mis padres eran muy de no regalarte cosas “porque sí”, sino de fingir que te las traían seres mágicos. Así que dejó una nota diciendo que había hecho tanta fuerza que había atravesado el suelo. Bajamos al sótano y allí estaba el piano que habían comprado con el dinero de mi comunión. Así que sí, técnicamente, el Caga Tió me regaló un piano.
¿Sigues tocándolo?
A veces. No es el mismo piano, pero durante muchos años dejé de tocar porque perdí un poco el amor por la música. Con el tiempo lo recuperé y ahora vuelvo a tocar un poco. Ese piano se quedó en esa casa, pero sigue siendo algo muy simbólico para mí.
Hacerse mayor es perder la ilusión

Laia Soler, escribes novelas románticas y esta historia también lo es. ¿Crees que, cuanto más mayores nos hacemos, más necesitamos este tipo de relatos para recordarnos lo bonito que es el amor?
Totalmente. Creo que por eso triunfan tanto esas películas navideñas de sobremesa, esas que parecen todas iguales pero que nos seguimos tragando encantados. Volver al pueblo, recuperar la nostalgia, ese amor inocente… Creo que lo necesitamos porque el día a día se come mucho nuestra parte romántica, tengas pareja o no.
Estas historias nos ayudan a volver a creer en esa magia de los inicios. No es que no se pueda vivir sin ellas, pero cuando las tienes, todo se vuelve un poco más bonito.
Con el paso del tiempo, ¿has sentido que ya no concibes el amor como lo hacían tus primeros personajes?
Muchísimo. A veces releo personajes de mis primeras novelas y pienso: cariño, tienes una concepción del amor un poco tóxica, bastante dependiente. Es algo que he tenido que trabajar mucho, incluso a nivel personal. Ya no veo el amor igual y eso me ha obligado a reconstruir mi manera de escribirlo.
Me gusta que mis historias tengan una moraleja, pero sin transmitir mensajes peligrosos, como idealizar relaciones que no lo son. Ahora escribo desde un amor más maduro, más consciente y, seguramente, más responsable.
Una cuenta atrás que lo cambió todo
Hablemos de Cuenta atrás para el amor. No es un libro al uso, es un calendario de adviento literario. ¿Cómo te llega la propuesta, Laia Soler?
La propuesta me llegó a través de mi agente. Básicamente me dijeron: relato navideño, romántico, lo que tú quieras. Y me encantó. El formato relato te permite explorar cosas que quizá no harías en una novela y, además, nunca había escrito nada navideño. Me parecía una oportunidad muy bonita y diferente, así que dije que sí sin pensarlo mucho.
Laia Soler, tu relato se aleja bastante del imaginario navideño típico. No hay árbol ni luces, sino Islandia y auroras boreales. ¿Por qué esa elección?
Porque soy una loca absoluta de Islandia. Tengo incluso tatuado “gracias” en islandés, tengo una novela ambientada allí… Cuando me dijeron Navidad, pensé automáticamente en nieve, y de ahí a Islandia. No lo iba a proponer, pero mi editora me dijo: “He pensado en Islandia”, y yo pensé: claro que sí, era el destino.
Tengo un vínculo muy fuerte con ese país. A nivel creativo me da muchísimo juego y lo disfruté enormemente.
La conexión con Islandia

Laia Soler, eres de Lleida. Islandia queda lejos. ¿De dónde nace esa conexión?
Fui a Islandia en 2006, tenía 15 años y no quería ir. Volví completamente cambiada. Me despertó un amor enorme por la naturaleza y por ese tipo de paisajes. Volvimos hace un par de años en un viaje muy rápido y todos en mi familia sentimos que habíamos dejado algo allí.
Sé que hay gente que dice que es exagerado sentir tanto por un país en el que has estado quince días, pero el amor no entiende de tiempos. Todos hemos visto historias donde el amor surge en dos días.
También está muy ligado a la adolescencia, al primer amor, a ese sentimiento desbocado.
Pues sí, totalmente. No lo había pensado así, pero tiene mucho sentido.
¿Estos personajes podrían haber tenido recorrido en una novela propia?
Nacieron para este relato, pero reconozco que hubo una parte de mí que pensó que era una pena que fuera tan corto. Podría haberse convertido perfectamente en una novela. Aun así, me limité y estoy contenta con el resultado.
¿Habrá segunda parte?
Si pudieras extenderlo ahora, ¿lo harías?
Dentro de este formato no. Creo que perdería sentido. Pero en un universo alternativo sí me encantaría seguir explorando su historia y su futuro.
Hay mucha historia entre ellos: rupturas, reencuentros, terceras personas…
Sí, podría ser perfectamente el “antes” de una novela más larga. Me lo guardo.
Si te propusieran adaptar esta historia a una serie o una película y te pidieran alargarla, ¿aceptarías?
Si es alargar dentro del mismo arco narrativo, sí. Si es inventar algo completamente distinto, no lo tendría tan claro. Ahora bien, si me dicen que tengo que ir a Islandia como asesora, yo digo que sí sin escuchar el resto.
Este año has publicado El hechizo de tu nombre. ¿Cómo está siendo el recibimiento?
Muy bonito. Hacía tiempo que no publicaba juvenil y estoy muy contenta. Es una historia de brujas en los noventa, un road trip por Europa, y las reacciones están siendo muy buenas.
La próxima novela de Laia Soler
Empieza en Viena, pero viaja por varios países. ¿Por qué esos escenarios?
Todas mis novelas están muy ligadas a los viajes que hacía con mis padres. De pequeña recorríamos Europa en autocaravana y siempre quise escribir una historia sobre eso. Cuando por fin lo hice, mis padres se reconocieron en muchas escenas. Fue muy emocionante.
Como escritora, ¿en qué punto vital te encuentras ahora?
Estoy muy cómoda en el juvenil romántico. De hecho, la novela que estoy escribiendo ahora es probablemente la más romántica que he hecho nunca. He sanado mucho mi relación con el amor y ahora escribo desde un lugar mucho más tranquilo y consciente.
¿Qué has aprendido de estos personajes, Laia Soler?
Que las segundas oportunidades a veces existen y que no hay que callarse lo que uno siente.
Para cerrar, ¿sientes que escribir estas historias te ha hecho enamorarte más de la vida?
Sí. Escribir estas ficciones me ayuda a valorar el camino que he elegido. A veces escribo experiencias que yo no he vivido, como segundas oportunidades, y eso me permite entenderlas sin necesitarlas en mi propia vida. Me ayuda a reconciliarme con mis decisiones y a apreciarlas más.


