‘Los Pilares de la Tierra’ vuelve a brillar en Madrid

Llega la seguna temporada del espectáculo musical inspirado en la obra de Ken Follet

El Teatro Gran Vía de Madrid volvió a levantar ayer la imponente catedral de Los pilares de la tierra, el musical, que inicia allí su segunda temporada tras conquistar al público en su estreno. La producción permanecerá en cartel durante toda la temporada, consolidándose como uno de los títulos más sólidos y ambiciosos de la cartelera nacional. Su regreso llega después de un verano en el que el montaje pasó por Bilbao y Zaragoza, un recorrido que ha fortalecido su presencia y su expectación en la Gran Vía.

Un clásico literario convertido en gran producción teatral

Basado en la célebre novela de Ken Follett, el musical se ha convertido en un fenómeno escénico capaz de adaptar a teatro una historia monumental de amor, resistencia y lucha por la justicia. La magnitud del proyecto es evidente desde sus cifras: una inversión de 4,5 millones de euros, un elenco de 27 intérpretes y un equipo artístico y técnico que supera los 70 profesionales. Todo ello al servicio de una narrativa que combina épica medieval, emoción dramática y una puesta en escena de enorme detalle artesanal.

Sobre el escenario brillan voces muy reconocibles de la escena musical. En el papel de Aliena se alternan Jana Gómez y Alba, dos intérpretes que dotan a la heroína de una profundidad distinta en cada función. Junto a ellas, Rodrigo Blanco da vida a Jack, mientras que Noemí Mazoy interpreta a Ellen y Julio Morales encarna a Tom Builder. Les siguen Abel García como Waleran, Álex Forriols como William, Gustavo Rodríguez como Philip y un reparto coral que completa el universo medieval creado para la obra.

Una escenografía que se convierte en personaje

Uno de los elementos que más sorprende del montaje es el gigantesco rosetón que domina la escena. Esta pieza de seis metros de diámetro, integrada por más de 2.200 piezas de cristal y con un peso cercano a los 600 kilos, exige una precisión técnica extraordinaria. Su construcción requirió más de 400 horas de trabajo y su aparición transforma el escenario hasta el punto de convertirse en un personaje más dentro del relato.

El musical también destaca por su dinamismo escénico. A lo largo de la función se realizan más de 150 cambios de vestuario, algunos en apenas segundos. Uno de los más llamativos ocurre durante el epílogo, cuando el personaje del Prior Philip se transforma por completo en solo 40 segundos, un ejemplo del complejo engranaje que sostiene la función detrás del telón.

Artesanía, caracterización y precisión teatral

El vestuario, confeccionado íntegramente a mano, refleja la atención al detalle que define toda la producción. Más de cien pares de botas y zapatos han sido diseñados en exclusiva para el musical, y la caracterización juega un papel esencial en la construcción de cada personaje. El montaje cuenta con 82 pelucas y 12 barbas de pelo natural, creadas artesanalmente tras meses de trabajo. Algunas requieren hasta 40 horas de confección y cinco horas de preparación previa a cada función. La más larga, de 80 centímetros, pertenece al personaje de Matilde, y algunos actores llegan a cambiar de peluca hasta ocho veces durante la representación.

Un viaje teatral para público a partir de 12 años

Con una duración de dos horas y media, Los pilares de la tierra, el musical combina ritmo, emoción y una estética cuidada que envuelve al espectador desde el primer momento. La obra, recomendada a partir de los 12 años, recupera su hogar en la Gran Vía madrileña con la vocación de volver a conquistar a quienes ya la vieron y sorprender a quienes se acerquen por primera vez a esta épica historia medieval.