El pasado 18 de septiembre, Cornellà se llenó de expectación: arrancaba la décima edición del Festival B-Retina, dedicada al cine de Serie B. Hasta el domingo 21, cuatro jornadas cargadas de proyecciones, música, homenajes y espíritu cinéfilo que hicieron vibrar al público incondicional.
Un regreso con nostalgia y apuestas arriesgadas
Para celebrar su décimo aniversario, los organizadores del festival convocaron a la comunidad a votar su título favorito de entre las ediciones pasadas. El elegido fue CarousHell, aquella delirante historia del unicornio de tiovivo asesino, que ya ha alcanzado el status de culto entre los seguidores del certamen. Este guiño elevó el evento, reviviendo lo mejor de lo absurdo como ritual de aniversario.

Asimismo, este año el festival rindió tributo a Juan Carlos Gallardo, cineasta underground con presencia habitual en la programación de B-Retina y también en Cutrecon. Su obra y su estilo, mezcla de provocación y fantasía, marcaron parte del tono del evento.
El festival también apostó por un enfrentamiento cinematográfico en la Sesión Versus, donde el invitado fue el festival Walpurgis. B-Retina presentó CarousHell, mientras que Walpurgis respondió con Vegas in Space, película pionera de ciencia ficción protagonizada exclusivamente por drag queens. El público otorgó la victoria a la propuesta drag: un triunfo simbólico del cine queer sobre el delirio bizarro tradicional.
Sábado: cine exótico, homenajes y rock irreverente
Nuestro arranque presencial fue el sábado, con la proyección del documental Suzzanna: The Queen of Black Magic, que descubrió ante nosotros la figura de Suzzanna, leyenda absoluta del cine de terror indonesio. La cinta desmenuza su vida, su impacto en el cine popular de su país y su mito persistente: nada menos que una estrella del horror en un mercado cinematográfico poco explorado para el público occidental.
Luego se proyectó Chainsaws Were Singing, un híbrido imposible entre musical y carnicería. La premisa engancha: motosierras, melodías y destripes sangrientos. Para mi gusto, la película se va desinflando hacia el tramo final. Aun así, se hizo con el premio a mejor largometraje del festival, merecido probablemente, por su audacia a la hora de poner música a tan singular escabechina.

El momento emotivo llegó con el homenaje a Caroline Munro, entregándole el Golden Ticket tras proyectarse The Last Horror Film. Munro, rostro legendario del cine fantástico —con papeles en La espía que me amó, Starcrash o filmes como Drácula 73 con Christopher Lee— se mostró cercana y emocionada. Su complicidad con el público llenó de calidez la sala.
Y como broche de oro nocturno, en la plaza adyacente resonó el rock irreverente de Los Monos Voladores del Sr. Burns. Entre risas y cervezas, el ambiente perfecto para cerrar la noche y recalar en casa listos para el domingo.
Domingo: cortos, risas y karaoke final
El domingo arrancamos con la sesión de cortometrajes a concurso, un escaparate para talentos que apuestan por la irreverencia narrativa. El jurado del público eligió como ganador a Ghosting, pieza ingeniosa y divertida. En segundo lugar quedó la ocurrente La mortaja, mientras que el premio “mejor peor corto” recayó en la desquiciada Perdiendo la cabeza por la Viñuela. Los responsables no dudaron en subir al escenario para reclamar su trofeo con descaro.

Para clausurar con broche lúdico, se celebró el Antikaraoke con Rachel Arieff: aquí no importaba la afinación sino la actitud. No pude resistirme y subí al escenario para cantar No One Knows de Queens of the Stone Age. Si lo hice bien (o no), mejor lo juzgáis vosotros: subí el momento en redes como recuerdo de mi atrevimiento.
El balance del décimo aniversario

Con una asistencia estimada de 2.000 espectadores, esta edición resultó ser la más exitosa hasta la fecha, con todas las sesiones del sábado vendidas por completo. El evento demostró que el cine de Serie B no solo sobrevive sino que se celebra con risas, comunidad, homenaje y frescura que conviven en un festival que apuesta por lo imposible.
Desde Revista YOUNG celebramos este hito y alzamos la copa para que B-Retina nos acompañe por al menos diez años más. ¡Felicidades y gracias por seguir haciendo del cine alternativo una fiesta colectiva!