Murcia: La ciudad en el que la historia se encuentra con el sabor del Mediterráneo

Este reportaje ha sido posible gracias a la oficina de Turismo de Murcia, Ouigo y la agencia Havas

Torre Catedral de Murcia

El Teatro Romea

El consistorio está estudiando la apertura de visitas guiadas del emblemático teatro Romea para el 2025, incluyendo el paso por las zonas reservadas para el equipo técnico. Hasta que esto ocurra, no te pierdas esta visita obligada. Su leyenda, más parecida a los personajes del novelista Gaston Leroux, es un aliciente para acercarse, a pesar de no tener entrada para la obra que esté en residencia en el momento de tu visita.

Fachada exterior del Teatro Romea
Fachada exterior del Teatro Romea

El teatro Romea de Murcia se empezó a proyectar en 1842, cuando el ayuntamiento de Murcia expropió los terrenos del convento de Santo Domingo. Desde entonces, el Romea ha sido epicentro de la vida cultural de la ciudad. En este espacio se celebraron actos políticos en una España cambiante de la segunda República y fue sala de cine, proyectando en 1930 pequeñas obras cinematográficas.

Vista del acceso al Teatro Romea de Murcia
Vista del acceso al Teatro Romea de Murcia

La maldición del Romea

Tras su inauguración en 1862, bajo el reinado de Isabel II, el Romea ha sufrido dos importantes incendios, lo que ha propiciado dos restauraciones y el origen de historias populares. Se cuenta que tras su primera inauguración, un fantasma amenazó a los constructores del edificio con una profecía. Si se llenaba el patio de butacas por primera vez, se incendiaría hasta los cimientos; a la segunda vez, se incendiaría y moriría un espectador. A la tercera ocasión, el teatro caería como una bola de fuego, arrastrando a todos los espectadores a la muerte.

La butaca reservada del Teatro Romea
La butaca reservada del Teatro Romea

Tras los dos primeros incendios del Romea, se cumplieron ambas profecías, por lo que a la inauguración de la tercera restauración, se decidió poner una butaca simbólica, que sería reservada por un acomodador, evitando el aforo completo del teatro. Dicha butaca, visible por su particular tapizado negro, recuerda que es mejor no tentar la suerte, incluso de las habladurías populares.

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