Vamos a jugar. Imagina que vives en el mismo universo que Eva, ¿qué le preguntarías a tu protagonista?
Le preguntaría. Me gusta esta pregunta. Le preguntaría si es feliz y si no lo es, qué cree ella que necesita para serlo.
¿Qué respondería?
Sé lo que respondería. Pienso que Eva, algo que me ha gustado de ella, es que son dos personajes. No es la misma Eva en la intimidad que cuando se viste de la Chica del Pop, la artista que se pone en el mood cuando se encienden los focos. Así pues, Eva me respondería sinceramente que no es feliz con esta industria o que de momento no se siente cómoda.
Por otro lado, la Chica del Pop respondería que es feliz, que le encanta la música que hace, que va a ser una superestrella y que está dispuesta a todo para alzarse a lo más alto.
«La Eva persona me diría que no es feliz con su vida» – Adriano Moreno
¿Por qué has elegido estos nombres tan corrientes para tus personajes si en la primera novela eran más literarios?
Los nombres son aspectos que a veces me cuestan mucho y otras, no me cuestan nada. En esta novela me han costado horrores encontrarlos. Por ejemplo, Quique sí ha sido un nombre que tenía claro desde el principio, no me acuerdo por qué. Pero quería un nombre que fuera fácil de identificar, y al principio era Kike con K, como la gente suele escribirlo. Pero vi que un actor de UPA Next! se llamaba Quique con Q y me gustó mucho y por eso se lo dejñe así.
Y para Eva quería un nombre que fuese cortísimo. Eva me gustaba, porque en la novela muchas de las ocasiones se la nombrará como La chica del Pop, no por su nombre. Quería que fuera muy corto como opuesto al nombre artístico.
Luego sí que me permití un par de licencias con los nombres Regina que es una clara referencia y homenaje a Regina George de «Chicas malas» y, por otro lado, estaba Luisiana Tirelli que quería un nombre Argentino que sonara a argentina con carácter. Empoderada pero un poco cabrona.
El Abuelo Pepe, bueno, es que mi abuelo se llama Pepe. Había cosas que tenía claras, pero el que más me ha costado ha sido el de César, ese personaje ha ido pasando por mil nombres.
«Nunca pondría mi nombre a ningún personaje de mis novelas»
Es un nombre imperial, aunque podrías haberlo llamado también Adriano quien fue otro emperador de Roma.
Nunca pondría mi nombre a ningún personaje de mis novelas. De momento no, puede que con el tiempo eso cambie, pero por ahora no me veo haciéndolo.
¿Te imaginas que en seis mese volvemos a hablar y te pregunto por un «Adriano»?
No va a ocurrir, porque ya estoy trabajando en mi siguiente novela y no aparece ninguno. Y los nombres de los futuros personajes ya los tengo claro, ha sido mucho más fácil esta vez encontrarles nombres.