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Roger Pascual en el Kahiki

El «Kahiki» escenario de película en “A través del Mar”

«La decoración no debe estar a la altura del público, porque lo rompen». La decoración en este tipo de locales, pero también en cualquier lado, pasa de que a veces reciben visitantes ingratos que, a fin de “divertirse”, acaban cargándose la decoración. Roger nos cuenta de que la idea de las flores no la ha ampliado a todo el local – como se verá en la película-, por miedo a que se lo rompan. Y no le falta experiencia, uno de los monos que cuelgan de la luz, le ha desaparecido la cola por culpa de algún tonto que se le ocurrió hacerse el gracioso. Y es que detrás del vandalismo hay un coste y siente mal cuando le has dedicado mucho mimo a buscar cada elemento que encaje en la decoración.

«Ya hace dos años». El cuatro de junio pasado Roger celebraba dos años de éxitos en este remodelado espacio. Asegura que continuará cambiando, con la finalidad de adaptar la oferta a los intereses cambiantes de los usuarios. Ahora se ofrecen tapas frías y la posibilidad de compartir shishas. A pesar de las muchas horas dedicadas dentro de estas cuatro paredes para realzar su nuevo negocio, «me siento ilusionado, es un sueño hecho realidad».

«Yo me paseaba por el Kahiki desde que tenía tres años, mis padres hacían espectáculos de magia por a aquí y me dejaban dormir en uno de estos bancos». Detrás de este proyecto está su vida, cuando Roger cumplió los diecinueve, se presentó al dueño del local para insistirle su interés en mantener su legado. «Con diecinueve años me presenté con un plan de empresa para abrir un local idéntico en Ibiza y que por falta de dinero nunca llegó a materializarse, estuve tres años trabajando, viviendo en la isla, y buscando local». Tal fue su interés por el Kahiki, que hasta que el anterior empresario no se jubiló, Roger lo había llegado a visitar cada mes, durante nueve años, insistiéndole que su mayor ilusión era poseer el Kahiki.

«No era ni la segunda mejor opción para este traspaso». Roger reconoce que cuando asumió el proyecto de coger el testimonio del Kahiki, él no estaba al mismo nivel que los otros competidores que le habían presentado su propuesta al propietario del local. «El propietario me aseguraba que me lo iba a dar, al final, porque veía en mí, mi ilusión. Él sabía que podía tirarlo hacia adelante y te gusta el negocio. A lo que le respondía que no era un negocio para mí». Detrás de las letras Kahiki que se ven desde la plaza Universidad, hay un componente sentimental que lo empujó a recoger todo el capital posible – entre sus ahorros, el banco y su familia-, para poder pagar el traspaso.

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«Vendo experiencias». A Roger no le valen los números, su carta es incluso más barata que cuando la cogió. Las copas siguen saliendo envueltas de humo o ardientes en una columna de pirotecnia controlada. La noche en el Kahiki es, a ojos de Roger, un espacio de encuentro, en el que te sientas segura y sepas que vas a pasártelo bien. «Mi intención no es sacar dinero de primeras. Tengo claro que podría cobrar la copa a catorce o quince euros, pero no volverán si hago eso. Prefiero ofrecerlos a diez, con la misma experiencia, y desear que regresen». Afirma que ahora la copa sale a diez euros, pero motivado por el encarecimiento de los costes y los productos.

«Nadie conoce la coctelería hawaiana». Le preguntamos sobre el porqué no haber cambiado el estilo del local. No solo se trata de destacar, sobre el resto de coctelerías que se ofrecen en la ciudad, sino de cultura que hay detrás de esta forma de coctelería. La cultura tiki, muy presente en la ambientación del local, intenta ir más allá de una mera decoración. Por ejemplo, la piedra que hay en la pared exterior del local es piedra auténtica.

«Tiki es Adán y Eva para nosotros, es el primer hombre en habitar la tierra. Lo que quiero hacer es intentar educar a la gente que no solo somos una coctelería, sino que hay una cultura. Actualmente, los únicos locales que son puramente tikis son el “Kahala”,”Aloha” y nosotros, en Barcelona. No solo queremos que la gente disfrute, se sorprenda con la decoración o la cerámica, sean chulas. Intento contar una historia. Los Tikis nacen en los años 30 bajo la Ley Seca en Estados Unidos, en el que el Ron llegaba de forma clandestina del Caribe y se mezclan los primeros rones con fruta tropical y se servían en esta cerámica muy ambiental, influenciados por la polinesia».

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