En resumen
Aladdín ha aterrizado con la presión de igualar al nivel de su predecesor El Rey León y eso hace que, de primeras, desluzca la crítica. Las comparaciones son odiosas. Pero cuidado, amigo lector, Aladdín no es un musical de segunda, brilla por sí sola con una de las mejores músicas de la historia del cine de animación. Cuenta con los intérpretes más excelentes y atrevidos, porque aquí quiénes dan la cara son ellos.
El musical de Aladdín concedió el deseo que sus creadores quisieron para al público en su primer pase hace veintidós años, una ejecución perfecta. Si tenéis oportunidad de visitar Madrid, poner un musical de Disney – cualquiera de los dos- no defraudará, hay talento, trabajo, esfuerzo, ilusión y pasión por este oficio.
Aladdín es simplemente una joya del teatro musical dispuesta a brillar y llenar el escenario con el mejor elenco y sin voluntad de redundar, una experiencia increíble.