David Comrie en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.
David Comrie en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.

Aladdín el musical aterriza a Madrid para llenar la noche de estrellas

Después de cautivar a más de 14 millones de espectadores de todo el mundo, llega a Madrid el musical de Aladdín. Los actores Roc Bernadí y Jana Gómez se ponen en la piel de la pareja que iluminó la noche en Ágrabah.

David Comrie sustituye al ganador del Tony Award, James Monroe Iglehart, y Álvaro Puertas es la versión hispana del gran Jonathan Freeman quién es la voz de Jafar en la película de 1992, y se atrevió a encarnarle sobre el escenario veinte años más tarde.

Se suman en el elenco protagonista los personajes de Bakak (Robert Matchez), Kassim (Josep Gámez) y Omar (Alex Parra) como amigos de Aladdín, y Ian Paris humaniza a Iago, mientras Albert Muntanyola se viste de Sultán. La obra se encuentra en cartelera desde hace dos semanas en el Teatro Coliseum de la Gran Vía, a tocar de la Plaza España.

La interpretación de Aladdín es sublime

Stage lleva más de una década siendo el guardián de otra de las grandes obras Disney en España, El Rey León, y su nueva apuesta por otro grande espectáculo familiar no iba a dejarla sin una cuidada elección de casting. Se ha elegido a su primera generación de «Aladdín» concienzudamente para encontrar al mejor intérprete para cada personaje.

Roc Bernadí y Jana Gómez en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.
Roc Bernadí y Jana Gómez en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.

Roc Bernadí se marca una interpretación de manual, perfecta en cada coma, brillante en cada nota. Su portentosa voz y su increíble control actoral, nos trae un Aladdín muy diferente de la película, más personal y más creíble. Y es que si el «diamante en bruto» fallaba, caerían las bases de la producción. Tiene el punto justo de respeto por el personaje animado, pero llevado al punto de humanización.

El Genio americano era una sombra para la adaptación hispana

Pero si hablamos de retos, Aladdín llega veintidós años más tarde de su versión americana, por lo que hay sombras que había de trabajar para no quedarse atrás. En este punto, el tema crucial era igualar a James Monroe Iglehart – como he dicho, un icónico intérprete que se hizo con la ovación del público norteamericano- y he aquí a David Comrie.

David Comrie en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.
David Comrie en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.

Comrie se ríe de esa sombra y sale al escenario dispuesto a conquistar al público desde que se alza el telón. David tiene esa luz y esa empatía que te hace sentir rápidamente conectado con el cariño que tenemos al personaje creado por Robbie Williams. David Comrie podría ser fácilmente candidato a un premio Max, porque no busca su Genio en una imitación, sino que se recrea en su personaje para vestirlo a su gusto y disfrutarlo en cada mirada pícara. Sinceramente, a sus pies, maestro.

Jasmine podría haber tenido más espacio

Toda historia de amor necesita una mitad y ahí entra Jasmine. La primera heredera del trono de Ágrabah viene interpretado de Jana Gómez a quién ha sido, en este punto, mucho más fiel a su personaje animado. Y dejo claro que no es malo, pero Jasmine en la versión musical carece de espacio suficiente para brillar.

Roc Bernadí y Jana Gómez en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.
Roc Bernadí y Jana Gómez en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.

Se podría haber añadido lo bueno de la readaptación del 2019 y darle más protagonismo al principal conflicto que tiene su personaje, ser silenciada por su género y no disponer de un futuro sin necesidad de acabar casada con un mendrugo. Pero entiendo que no haya sido así, pues Disney pensó esta obra en una adaptación a la original de dibujos y estas cuestiones se tocan muy superficialmente.

En resumen, tenemos a una Jasmine increíble, se ha buscado a una intérprete excelente, llena de complejidades emocionales que traen a Jasmine al mundo real, pero cuyo guión la limita y podría brillar añadiendo un simple «No callaré«.

Todos aman a un villano como Jafar

Ni a mi peor enemigo le desearía ponerse en los zapatos de un personaje antagonista, a menos que se llame Álvaro Puertas, porque calzar a uno de los villanos más amados del universo Disney puede tener dos finales: o lo amas o ni te importa.

Álvaro Puertas y Ian Paris en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.
Álvaro Puertas y Ian Paris en Aladdín. Fotografía de Jacobo Medrano.

Puertas tenía que lidiar dos deberes para la producción, igualar a Jonathan Freeman en el cine y a Jonathan Freeman en el escenario. Conseguir el equilibrio entre ser malvado hasta odiarlo y a su vez admirarle. Esta sombra era más larga que cubrir que la del Genio en la adaptación teatral, porque aparte de ser un villano querido por varias generaciones de espectadores, hay un intérprete que personificó a su personaje en todos los universos que todavía perduran en el recuerdo.

Álvaro Puertas también es un gran intérprete y nos regala un villano que es calcado a su dibujo animado. Denota su respeto a su versión animada y su meticuloso trabajo para llevarlo a la vida real, ese nivel de interpretación es casi imposible para todos los humanos que pisamos la tierra, no creo que exista otro mejor Jafar en el universo si no es Jonathan Freeman.