Till, El crimen que lo cambió todo

Años 50, Mamie Till y Bo viven tranquilos en Chicago, hasta que esta deja visitar a su familia en Mississippi al pequeño, no sin cierto recelo, temerosa de lo que pueda pasar. Y por más que le advierta cuán racista es la población de Mississippi, la tragedia ocurre, pero Mamie no se quedará impasible. Hará todo lo posible para que el asesinato de su hijo no quede impune.

Estamos ante un drama basado en hechos reales, con una historia muy cruda, cuyos sucesos tuvieron repercusiones hasta nuestros días.

Está claro que no hemos aprendido nada y para que lo ocurrido no caiga en el olvido, se ha producido esta cinta que tiene mucho que ver con el movimiento Black lives matter. Dicho movimiento surgió en Estados Unidos a raíz del asesinato de Trayvon Martin en 2013. De un disparo de bala a manos de George Zimmermann, el cual quedó totalmente absuelto del crimen.

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Pero es que son – por desgracia – numerosos los casos de abuso de autoridad y violencia a manos de la policía estadounidense contra la población afrodescendiente. En un claro caso de racismo.

El último y más notorio, en 2020, fue el de George Floyd, quien moría asfixiado a manos de un policía, mientras gritaba I can’t breath en numerosas ocasiones. Hasta que ya fue demasiado tarde, convirtiéndose esta frase, en una consigna que tuvo repercusión mundial, hasta el punto de que hubo manifestaciones globales y no sólo en Estados Unidos.

Asi que, una vez puestos en contexto, ¿por qué es tan importante lo narrado en Till, el crimen que lo cambió todo? Por la decisión de la madre del pequeño, de no bajar los brazos y luchar por condenar a los autores de tan terrible crimen. Su hijo fue linchado hasta la muerte por, desde su inocencia, atreverse a lanzar un piropo a una mujer blanca y fue castigado hasta perder la vida por algo que es un total sinsentido.

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Y aquí hay algo que me llama la atención. La directora Chinonye Chukwu, opta por dejar fuera de cámara el momento de la brutal paliza, solo mostrando el lugar donde está sucediendo y haciéndonos partícipes de ello mediante el sonido, consiguiendo helarnos la sangre.

Pero cuando la madre coraje va a reconocer el cadáver de su pequeño Bo, la cámara nos da múltiples detalles de las condiciones en las que este quedó. Nos ofrece uno de los momentos más duros y desgarradores del largometraje, no solo por el cuerpo que podemos ver en pantalla, sino por el desgarrador llanto de Mamie al verlo tendido sobre la camilla.

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En lo demás, lo que tenemos es un drama de denuncia social mezclado con cine de juicios con una buena recreación de los 50 y un buen elenco, pero que tampoco me parece un film demasiado memorable.

Es más la importancia de lo que se nos narra que el como, pues a raíz de lo acontecido al pequeño Bo en Mississippi, hubo una reforma de los derechos civiles en Estados Unidos e incluso se aprobó recientemente – en 2022- una ley que castiga los linchamientos al considerarlos delito federal y que llevan el nombre de Emmet Till, el pequeño Bo.