La temporada de verano está marcada por una cartelera teatral de la que combinan propuestas frescas con los clásicos. El Teatro Poliorama, situado al corazón de Barcelona, ha regresado el clásico de William Shakespeare, Romeo y Julieta, de la mano de Compañía La Brutal.
Protagonizado por Emma Arquillué y Nil Cardoner. La tragedia más universal de todos los tiempos regresa en una nueva puesta en escena más actualizada y dinámica en la que destacan juegos de luces, la música y un escenario sobrio.
Hablaré largo y tendido, más adelante de la puesta en escena y de las interpretaciones, pero paso a hablar del texto.
Romeo y Julieta muy fiel al original
Soy un firme defensor de que las historias deben evolucionar, este Romeo y Julieta es una versión fiel al original, pero destaca un personaje, Mercucio (Guillem Balart), que es presentado con rasgos del colectivo queer que aporta un mensaje de empoderamiento.
Ese toque moderno proporciona un actualizado concepto del humor, más acercado a las nuevas generaciones y una demandada presencia de personajes LGTBIQ+ que puedan resultar ejemplo.
Me ha gustado que esta versión se haya hecho en prosa, pues en verso podría alejar mucho a los espectadores que quieran acercarse al clásico. Es fácil de entender y está muy bien ejecutada.
El elenco
Sin lugar a dudas, esta versión tiene un elenco inmejorable. La actuación ha sido una demostración de que la buena interpretación, sin fisuras, es posible. La dirección de casting en esta adaptación ha sabido situar a cada actor en un personaje que le permita mostrar sus puntos fuertes.
Destacaría que la pareja Emma y Nil es de sobresaliente, una interpretación y una conexión entre ambos que se respira veraz. Tienen el punto justo de pánfilos que tienen los enamorados, pero sobre todo a Emma se le escapa una Julieta atrevida
Albert Baró saca las zarpas con Paris, un personaje que muestra la mediocridad de una relación amorosa por la vanidad y el poder. Es una sublime interpretación de un personaje que persigue sus deseos sin importar nada ni nadie.
La crítica que he ido viendo pone el protagonismo a Guillem Balart y es bien merecido, un personaje que ayuda a destensar la historia principal y que a su vez ha sabido reinterpretarse para encontrar un humor fresco y actualizado. Con un humo ácido y agudo que llena el escenario únicamente con su presencia.
En este punto voy a mencionar a una artista de la interpretación que ha visto este país, Anna Barrachina, como siempre espléndida. Una dama de los escenarios que harmoniza con una elegante y humilde aparición. Anna no podía dar menos, acostumbrada a siempre conseguir que el público empatice con sus personajes. Ella que sabe llorar, reír y sacar lo mejor en cada actuación, en este Romeo y Julieta nos ha regalado otra de sus mejores actuaciones.
Después de ver esta obra solo me queda sentarme tranquilo, hay esperanza para el futuro del teatro en nuestro país. Hay calidad, esfuerzo, entrega y mucha responsabilidad. Muchísima.
