¿Aldo y tú qué tenéis en común?
Pienso que ambos somos dos personas que nos cuestionamos el mundo que nos rodea. Somos personas muy observadoras, intuitivos, creo que simplemente esto. Fiarse de la conciencia, sacar el lado racional por delante del emocional. Aldo es un tío que ha tenido que crecer muy deprisa por sus circunstancias, hay una escena que lo dice que se tuvo que independizar a los quince años, no ha sido mi caso, pero sí empecé a trabajar con once años. Esto supuso que tuve que asumir responsabilidades y compromisos que no eran propios de mi edad.
¿Te arrepientes haber empezado tan pronto?
Por supuesto que no, para nada. Yo tuve una infancia y adolescencia normal, claro que empecé con once años, pero no tuve que sacrificar nada. Sí que me tenía que organizar con las asignaturas de la ESO mientras iba después a trabajar. Me sentía que iba a jugar, no lo he considerado entonces un trabajo.
Seguía estudiando, bajaba a Barcelona, hacía balonmano, hice teatro y los fines de semana podía pasarlos con mis amigos del cole.
“Bienvenidos a Edén” empieza en una fiesta, ¿eres de fiestas?
Sí. Supongo que depende del momento que me pilles hasta haría lo mismo que Aldo y me subiría a una fiesta en el que no sabes dónde se hace, peor creo que me daría mucha pereza hacerlo solo, sin ir acompañado. Si varios amigos se nos ocurriera hacerlo, pienso que seguramente nos subiríamos a la aventura.