Me dijo que la siguiera, que íbamos a hacer unas cuantas visitas por la productora. En un principio me descolocó, ni siquiera pude reaccionar. Si no llega a hacerme señas, seguramente no habría podido reactivar mi sistema motriz. Unas plantas inferiores después, entramos en la sala de guionistas de Psicofonía. Ayer lo sospechaba; hoy estaba más que confirmado. Y seguramente en breve también se confirmase que ella era la directora de manera oficial. Con la emoción que tenía en el cuerpo al ver todo el nivel de trabajo y todo cuanto estaban discutiendo los guionistas, no fui consciente del momento en el que Amanda empezó a chillarle a la jefa del equipo. Una parecía un perro rabioso con ganas de matar a alguien; la otra era todo calma, como mirar un paisaje primaveral.
En verdad, ni me enteraba a qué venía toda la discusión, pero tampoco tenía interés en saberlo. En efecto, tenía la ligera sospecha de que Amanda solo sabe hablar con la gente del mundillo a base de gritos, pataletas y exigencias. Sin embargo, encima de la mesa donde estaba reunido el equipo, había varias copias del guión de uno de los capítulos. No sé si era el definitivo o un primer borrador, pero pude fijarme en la página en concreto que estaba abierta. Las descripciones eran muy precisas a las que se describían en la novela Psicofonía de espectros, y los diálogos parecían haberlos hecho un poco copia y pega del libro, pero le daban su propio toque. A simple vista, pintaba realmente bien.