Fotografía de Dario Cavero (@dario.cavero), Alex Peñas (@alexpg2) e Isma O'Sullivan (@_osullivan_)

Especial de Navidad – Álex

Él se pone el cinturón y, como no hemos concretado a qué sitio podríamos ir, le pregunto si se le ha ocurrido algo en el tiempo desde que le escribí para poder librarme de mi hermano y su estúpida obsesión conmigo. Tengo que mover el coche porque empieza a formarse cola detrás de nosotros y los otros conductores parece que tienen ganas de ponerse a dar bocinazos lo antes posible.

Cuando giro hacia la derecha, veo un cartel anunciando viajes a destinos vacacionales y, en ese momento, tengo una idea. Miro a Saúl, le pregunto si se atreve a vivir una mini aventura, a lo que él me sigue la corriente, aunque pone una cara de confusión que me hace sonreír. Y eso provoca que él se entrecierre los ojos y frunza el ceño, como si quisiera matarme con la mirada. Pero solo consigue que a mí me entre un ataque de risa, el cual no me impide ser igual de buen conductor que de forma normal.

El lugar que he escogido está algo retirado, pero Saúl me ha comentado que no tiene toque de queda ni hora de llegada. Con volver a casa sano y salvo, a sus padres les es suficiente. Me cuenta cómo ha ido su cena familiar, que se ha parecido ligeramente a la mía. Él tiene a su primo Jorge; yo a Alberto… Quizá podríamos dejarles aislados en una isla desierta y ver cuál de los dos es más útil para la supervivencia de la raza humana. Y, hablando otra vez del capullo de mi hermano, Saúl me consuela diciéndome que tengo mucha entereza y saber estar. Y que si él hubiese estado en mi situación, seguramente se habría marchado de casa nada más verle entrar por la puerta.