Portada de Voy a quedarme en el que se muestran dos chicos con una tierna mirada detalle
Fotografía de Dario Cavero (@dario.cavero), Alex Peñas (@alexpg2) e Isma O'Sullivan (@_osullivan_)

Capítulo 12 – Álex

Un imbécil que va con el móvil se choca conmigo. Yo le dedico una mirada que podría matarlo, pero reconozco al niñato de primer año en cuanto levanta la cabeza. Es el compañero ese de Laura: Sergio, o como se llame. Su piel está más blanca que de costumbre, como si se hubiera puesto sanguijuelas en las pelotas y estas le hubieran dejado seco. Joder, eso sería genial para una futura película de Saw o de género gore.

—Ten más cuidado —le advierto.

Él balbucea una disculpa, e intenta poner una excusa. Me viene a continuación su verdadero nombre a la cabeza. Saúl. Asiente, aún pálido y se guarda el móvil. Como si me interesase saber por qué no miraba al frente. Le repito que tenga cuidado; nunca se sabe si la próxima vez se topará con alguien que tenga ganas de gresca, o si se topará conmigo. En ese caso, no sobrevive, y menos si me contesta apretando la mandíbula como ahora.

A este chaval le cuesta admitir sus errores. Menudo tozudo que es. Aparte de friki.

Vuelve a apretar los dientes, y me mira, por primera vez, directamente a los ojos, con furia. Admito que en esta ocasión tiene cojones, pero más pequeños que una ameba. Yo ni me inmuto ante su mirada. Farfulla antes de retomar su caminata, con un color rojo airado en sus mejillas blancas. Ni siquiera me interesa lo que ha dicho, pero que vaya preparándose. Si sigue así, este mundo lo va a engullir, masticar y destruir.

Este lo que tiene que hacer, para empezar, es despegar la vista del móvil. Y ser menos pringado, aunque esto sea más difícil todavía.

Maldigo a todo lo que no está vivo antes de retomar la marcha hasta la clase. Giro en el cruce, subo unas escaleras y me cruzo todo el pasillo. La puerta está entreabierta, por lo que me aventuro a entrar, aunque no sepa si el profesor está anotando cosas en la pizarra o retomando sus peroratas sobre las técnicas de dirección cinematográfica. Se supone que me tiene que apasionar aprender sobre esto, pero el tío es como una puta losa de granito que te tiran a la cabeza. Menos mal que aún no ha llegado, por lo que me siento. No tarda mucho más en aparecer en el aula y dejar sus cosas sobre la mesa.

En serio, es que no puedo con este tío. A cada palabra que suelta por su boca, quiero meterle los apuntes por el gaznate. Apunto muy por encima lo que dice; luego buscaré en la biblioteca todo lo relacionado e investigaré a fondo. Si total, sus exámenes siempre los apruebo con nota. Tengo un don para todo lo relacionado con mi futuro, y se nota también con mis esfuerzos, trabajos y actitudes.

Sin duda, he nacido para ser director cinematográfico.