Antes de que la pantalla en negro proyecte cualquier imagen; Pleasure se abre con diálogos, mejor dicho con gemidos, con ruidos, con los comentarios típicos de una escena sexual. Antes de ver nada, ya somos conscientes de lo que veremos; una entrada endemoniada al mundo del “placer”.
Dicha entrada se hace acompañada de música sacra, de cantos operísticos de iglesia que acompañan de la mano a la protagonista a los más bajos infiernos del ser humano. Gracias a esa música de contraste, la directora es capaz de darle más fuerza a su propuesta, de envolver en un espacio casi sagrado algo que mucha gente puede considerar sacrílego.
Pleasure, ópera prima de la cineasta sueca Ninja Thyberg, es una radiografía de la industria moderna del porno en sus más altas esferas, pero también, un retrato íntimo de la pérdida de inocencia de la joven Jessica (Sofía Kappel), que abandona Suecia para convertirse en la próxima gran estrella del cine para adultos. Con ese ideario, Thyberg muestra la industria desde todos los prismas posibles con una veracidad aplastante, sin arrugarse a mostrar nada. La cámara siempre pegada a los ojos de Jessica (abuso de los primeros planos) y las vivencias de la protagonista se sienten en cada fotograma. Como ella, el espectador divaga entre el asco, el desfallecimiento, la alegría, la angustia o la soledad. Es una lucha de poder donde se alternan, de manera eficiente, momentos de debilidad con otros de furia contenida.
El sometimiento de Jessica a los cánones del negocio se va desgranando, cada vez de una manera más soez, más explicita, más carnal. Por el camino, se cae en los tópicos de una narración arquetípica donde no hay triunfo sin traición, y la manera de resolver esa subtrama es algo torpe. Aun así, el salto al vacío de Thyberg al envolver su primera película con el tabú del mundo pornográfico es digno de alabar.
Además Thyberg no se achanta plasmando todo lo que presencio en los seis años de documentación de la película (la mayor parte del reparto se dedica en realidad al mundo del porno) y ese realismo no solo se refleja en las escenas mas explícitas, también en toda la preparación (física y mental) de las actrices para conseguir llegar a esas situaciones. Del pasado de Jessica solo conocemos destellos, no hay sobre explicación de hechos pasados en ningún momento, así se consigue representar el impacto moral que tiene en una joven de 19 años rodearse de un mundo oscuro, morboso y repleto de turbidez de una manera más radical a los ojos del espectador.
Con todo ello, Pleasure es una película sobre los engranajes del negocio del cine para adultos, pero perfectamente extrapolable a cualquier otra industria donde la corrupción y el abuso de poder estén a la orden del día, vamos a cualquiera.