«Madres paralelas»: Ancestros y descendientes

“A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las personas que quieren ser madres. A mi madre”. Con esta dedicatoria Pedro Almodóvar cerraba hace 22 años su multipremiada Todo sobre mi madre (1999), película capital en su filmografía y para muchos el culmen de su carrera.

Hoy, más de dos décadas después, presenta Madres paralelas, su nueva película, que podría empezar exactamente con las mismas frases. Al cineasta le siguen interesando los lazos familiares, los vínculos afectivos de personajes derruidos o solitarios. Aquí, presenta a Janis (Penélope Cruz) y Ana (Malena Smit) dos mujeres embarazadas por accidente; que coinciden en la sala de maternidad. A partir de ahí, el azar y las inverosimilitudes propias del cine de Almodóvar harán el resto.

Pero aunque al cineasta le interesen las mismas temáticas su manera de plasmarlas en la pantalla ha cambiado drásticamente. Las extravagancias e histrionismos de antaño han dado paso a la contención y a la introspección. Al igual que en Julieta (2016) o en Dolor y Gloria (2019), sus últimos trabajos, los personajes de Madres paralelas sufren la incomunicación y la soledad de una manera mucho más austera y pausada, en silencio; el dolor salpica la pantalla con atisbos en la mirada de ambas protagonistas. Unidas por un lazo indivisible, débil pero profundo.

Ellas se acercan, intiman, conviven, pero siempre bajo la coraza de preocupaciones y secretos que las atormentan. Almodóvar traza las aristas de sus madres, con un excelente manejo del tiempo narrativo; apoyándose en las elipsis temporales necesarias para profundizar en los traumas internos de las dos mujeres, acercándose como nunca al melodrama y dejando atrás toques humorísticos de otras cintas. Por eso, a veces rezuma la sensación de lo impostado sin que las conversaciones fluyan de una manera natural, ese es el gran hándicap de la película, la imposibilidad de transmitir todo lo que se quiere reflejar debido a lo artificial de su puesta en escena.

Pero Almodóvar no solo se acerca a los descendientes y al vínculo maternal, también mira hacia el pasado, hacia lo que perdimos en una guerra que aún deja heridas abiertas, al recuerdo, al no olvidar la historia de tu país. Ahí es donde la armonía entre lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos cierra con majestuosidad la película, para sentarnos a dialogar sobre el dolor pasado, presente y futuro. Para conseguir que nuestros nuevos descendientes nunca olviden a sus ancestros.