Acaba de estrenarse en Estados Unidos un nuevo documental sobre la figura de Muhammad Ali y, aunque todavía no ha llegado a España, aprovechamos la excusa para recuperar la figura de uno de los iconos deportivos (y extradeportivos) del siglo XX.
Podríamos decir que el boxeo en España se sigue considerando un deporte minoritario. Recibe la atención de los medios de comunicación generalistas y las casas de apuestas solamente cuando se trata de un combate extraordinario, y los primeros a veces ni eso. Apuestas de boxeo sí que hay, pero tampoco suelen aparecer en el menú de lo más destacado a no ser que sea una pelea especialmente importante.
Sin embargo, no solo sigue siendo un deporte muy popular en Estados Unidos, sino que sus grandes figuras se encuentran entre los deportistas mejor pagados del mundo. Ni LeBron James, ni Cristiano Ronaldo, ni Leo Messi; cuando estaba en activo, el deportista que más dinero ganaba era Floyd Mayweather Jr., al que por algo apodan “Money”. A lo largo de su carrera profesional, a la que puso fin en 2017, sus combates por televisión pay-per-view generaron un valor de 2.500 millones de dólares. En poco más de 10 años de carrera, peleó 50 combates, una media de cinco por año; eso sí, los ganó todos.
Pero hubo un tiempo en que hablar de boxeo no era hablar de pay-per-view o de presumir de billetes en Instagram. Hubo un tiempo en que hablar de boxeo era hablar de lucha por los derechos civiles, de compromiso político, de rebelarse ante un sistema injusto y de no tener miedo de ir contracorriente. Y ese tiempo fue el de Cassius Clay, luego conocido como Muhammad Ali.
Boxeo y cine
El boxeo nos ha dejado grandes historias que, todo hay que decirlo, han sido llevadas al cine con gran acierto. Como en todo, hay películas sobre boxeo que son bastante malas, pero la cantidad de “obras maestras” sobre el tema es más que considerable.
Es habitual encontrarse con películas basadas en hechos reales, inspiradas por boxeadores que han existido. Toro Salvaje (1980), una de las mejores obras de Martin Scorsese y considerada por muchos como la mejor película sobre boxeo de la historia, está basada en la vida de Jake La Motta. Más recientemente, Manos de piedra (2016), en la que participan Robert de Niro, Ana de Armas o el cantante Usher y que recibió muy buenas críticas en el Festival de Cannes, cuenta la historia del boxeador panameño Roberto Durán.
Cuenta la leyenda, o al menos es lo que dicen que cuenta él mismo, que Sylvester Stallone escribió la primera de la saga Rocky (1976) en tres días y medio, después de haber visto un combate entre Muhammad Ali y Chuck Wepner, y que el personaje de Rocky Balboa es una mezcla de los boxeadores Rocky Marciano y Joe Frazier, el archienemigo (en el cuadrilátero) de Ali.
Nunca está de más recordar que Rocky estuvo nominada a un total de nueve Oscar, de los que ganó tres: Mejor Película, Mejor Director y Mejor Montaje. Stallone no ganó, pero tenía doble nominación: a Mejor Guion y Mejor Actor Protagonista. Para que luego digan. Evidentemente, también se han hecho películas sobre Muhammad Ali. Probablemente la más conocida es Ali (2001), protagonizada por Will Smith, cuyo esfuerzo por transformarse en el boxeador le valió la nominación al Oscar como Mejor Actor.
Mi nombre es Ali
La vida de Muhammad Ali da para mucho, tanto la deportiva como la pública y la privada. Nació en 1942 en el seno de una familia de clase trabajadora de Louisville (Kentucky) descendiente de esclavos del sur de Estados Unidos. Empezó a pelear después de que le robasen la bicicleta, cuando un policía, que era también entrenador de boxeo, le dijo que, si quería atizar al ladrón, primero tendría que aprender a boxear.
Durante su carrera como amateur, obtuvo un récord de 100 victorias y 5 derrotas, y ganó una medalla de Oro en peso medio pesado en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Según contó Ali en su biografía de 1975, al poco de volver de las Olimpiadas tiró la medalla al Río Ohio después de que no le sirviesen en un restaurante porque era solo para blancos, aunque algunos allegados del boxeador dijeron que esa historia puede que no fuera del todo cierta. Lo que sí es cierto es que Ali aprovechó la posición que le ofrecieron sus éxitos deportivos para hablar en favor de los derechos civiles y en contra del racismo o de la guerra, lo cual le valió más de un enemigo. Él mismo se encargaba de recordar que no era solo un boxeador, sino que también estudiaba, leía y hacía preguntas. Así lo explicaba en una recordada entrevista de 1971 en la BBC donde se preguntaba “¿por qué es todo blanco?”.
Como decíamos, la vida de Muhammad Ali da para mucho. Ganó tres campeonatos del mundo en peso pesado, se casó cuatro veces y tuvo nueve hijos, se convirtió al islam (ahí es cuando se cambió el nombre por Ali), se relacionó con grandes figuras de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos como Malcom X, Martin Luther King o Rosa Parks, al retirarse del boxeo fue artista de spoken word y le nominaron a dos Grammys por ello, dio visibilidad y vivió con naturalidad la enfermedad de Parkinson que le diagnosticaron en 1984, y se mantuvo activo y en la vida pública hasta que su condición física se lo impidió.
En lo deportivo, Ali protagonizó algunos de los combates más famosos de la historia. Su rivalidad con Joe Frazier es de las más recordadas; su primer enfrentamiento, en 1971, se denominó “El combate del siglo”, ya que los dos estaban invictos.
Con George Foreman vivió otra rivalidad mítica. El 30 de octubre de 1974, cuando Foreman era campeón del mundo, lucharon por el título en un combate que se celebró en Zaire y se conoció como “La pelea en la selva” (“The Rumble in the Jungle”). Nadie daba un duro por Ali, ya que por entonces tenía 32 años y había perdido reflejos y algo de forma, mientras que Foreman estaba en su mejor momento. Aun así, y pese a la providencial potencia de los golpes de su rival, Ali se impuso para disgusto de los corredores de apuestas -que pagaban su victoria por 4.0. En la época no había pay-per-view, pero hubiera hecho temblar a Mayweather: fue lo más visto por televisión en el mundo, con unos 1.000 millones de espectadores por todo el planeta. Este combate es el protagonista de When We Were Kings (1996), que ganó el Oscar a Mejor Documental. Se han hecho muchos otros documentales sobre distintos episodios de la vida de Ali, por ejemplo, Me llamo Muhammad Ali (2019), que se puede ver en HBO. Ahora, se acaba de estrenar Muhammad Ali que consta de cuatro episodios de unas dos horas, cada uno dedicado a una época de la vida del boxeador.
Lo dirige el respetado documentalista Ken Burns, que curiosamente es conocido por un efecto visual -el “efecto Burns”- que utiliza a menudo y que también se puede crear a nivel de usuario. En Muhammad Ali, comparte la dirección con su hija, Sarah Burns, y con David McMahon para dar forma a un trabajo de seis años que recoge 40 años de imágenes de archivo. En una entrevista a The Guardian, Rasheda Ali, una de las hijas del boxeador, decía que esperaba que “esta película cuente la historia de mi padre a una nueva generación”. Quedamos a la espera.