Cruella

Al principio cuando Disney filtró la imagen de Cruella con Emma Stone como actriz destinada a interpretarla, la verdad que mi escepticismo era muy alto y más después de ver Maléfica, la segunda era menos interesante que la primera. Pero tengo que reconocer que ver Cruella me ha cambiado la idea que tenía y reconozco, que es de las mejores adaptaciones live action que ha hecho Disney con una reinvención de la villana.

Cruella es la villana por antonomasia de los 101 dalmatas, una villana que llegó en live action con la ganadora al Oscar Glenn Close en una arrolladora versión que nunca hemos dejado de verla. Emma Stone tenía dos retos; una, encarnar a Cruella en su primera etapa, la que no existía historia ni pistas; y dos, eclipsar la imagen de Glenn, una Cruella de cincuenta años loca por la piel de los dalmatas.

En esta versión ha creado una trama de thriller, descubrir quién mató a la madre de Cruella cuando lo que parece verse no fue la realidad. En este campo diré que hay muy buenos efectos especiales, una trama que engancha y un excelente vestuario inspirado en el Londres de los 70 con matices modernos que nos traen una Cruella que abraza el punk.

Vestuario increíble, una selección musical muy bien pensada con temas de la época, una velocidad y ritmo de la película amena, momentos cómicos que destensan la trama principal, pero solo hay una pega. Viéndolo por tercera vez Cruella no aporta ninguna idea ni valor al acabar el film.

Si en Aladdin te contaban que tienes que ser tu mismo, en Pinocho escuchar a tu conciencia, en las recientes películas Disney no aportan nada más que entretenimiento, una historia más o bueno interesante, cuatro canciones, pero hasta aquí. Lejos está la forma que Pixar sigue educando con ese valor en sus películas. Y a Cruella le sucede que más que dibujar una maníaca huérfana de Londres, no infunda un valor ni idea para el público.