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Blanco de verano

La programación de este año del Americana Film Fest ha contado con la mexicana Blanco de verano, la ópera prima de ficción del realizador Rodrigo Ruiz Patterson. Se trata de una turbia historia de iniciación que ha cosechado muy buenas críticas y se hizo con tres premios en la última edición del Festival de Málaga, incluyendo Mejor película iberoamericana y Mejor guión, y acaba de ganar el Premio del jurado joven de esta edición del Americana.

En las afueras de México D.F., Rodrigo, un adolescente de padres separados, vive con su madre. La relación que tienen los dos es muy estrecha, excesiva; cuando ella empieza a salir con un hombre, Rodrigo expresará una ira creciente. El guión, firmado por el cineasta Raúl Sebastián Quintanilla y el propio Ruiz Patterson, desarrolla sin efectismos un interesante drama familiar, aunque bastante previsible. Quizás una de sus flaquezas sea el retrato arquetípico de los diferentes personajes, y también un final abrupto bastante discutible.

Uno de sus puntos fuertes es el buen trabajo de todos los intérpretes, en especial el joven Adrián Rossi, lleno de intensidad en todas las escenas, y Sophie Alexander-Katz, como su sufridora madre. Sus creíbles interpretaciones dotan de naturalidad a la relación madre-hijo y hacen que vivamos con interés el desarrollo de su conflicto.

Blanco de verano habla de la soledad adolescente, la masculinidad tóxica y la búsqueda de la identidad en un entorno de dificultades materiales, en la línea de Chicuarotes, la película dirigida por Gael García Bernal que pudimos ver en el Americana’20. Una buena realización y una estupenda dirección de actores en esta ópera prima que nos descubre a Rodrigo Ruiz Patterson, un cineasta a seguir.

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