Llevamos una racha muy tensa como sociedad desde el principio de la pandemia. Respiramos pocas buenas noticias y las que llegan se desvanecen al poco. Estamos en una situación de incertidumbre hacia el futuro y nos llega información de una crisis severa, tanto económica como social. Te puede parecer una locura pero ahora mismo una película como ‘Minari’ es medicina emocional o como la llamaría Jack Canfield: “Sopita de pollo para el alma”.
La interesante dirección Lee Isaac Chung, que vuelve a la dirección siete años después de ‘Abigail Harm‘ y que también escribe el guión, recuerda al cine de Yashujiro Ozu en el tono y en su escritura, a Kore Eda por la frescura, solidez y profundidad de sus personajes, también tiene ecos lejanos a John Ford con su ‘Qué verde era mi valle’ por la lucha de una familia por sobrevivir en un sistema capitalista para mantener una familia a flote.
La fuerza de la historia recae tanto, en la familia y sus interacciones internas, como en las dinámicas y choques externos entre la cultura coreana y la americana, con sus divergencias (status de inmigrante) y convergencias (la religión, ideal de familia, prosperidad económica). Más que incitar a la separación, el libreto de Lee Isaac Chung, aspira a todo lo contrario: lanzar un mensaje de unidad social y familiar. No solo a retratar el conflicto/superación en el núcleo de una familia, si no que, también, habla de la familia social: los vecinos, los compañeros de trabajo.
‘Minari‘ funciona de manera orgánica, carece de artificios y contiene uno de esos personajes ‘milagro’ que vemos cada cierto tiempo en el cine. Un personaje que se graba a fuego, robaplanos, en este caso: la abuela. Interpretada por la actriz coreana Youn Yuh-jung, el trabajo de la actriz es de un virtuosismo pasmoso. Funciona como un reloj y le da un importante valor añadido a la película. Si la trama era ya un 8, cuando llega este personaje, la película sube, con paciencia y buena letra, al 10. Una de las interpretaciones más memorables de lo que llevamos y, me aventuro a decir, que seguirá siendo memorable y referenciable durante mucho tiempo.
‘Minari‘ es una obra que sin el uso de excesos narrativos ya conocidos llega a abrumar emocionalmente. La película, al final, se siente como un gran y cálido abrazo. Sin duda, algo de lo que, por fuerza, carecemos desde hace un año.
No quería terminar sin hacer una mención especial a la banda sonora de Emile Mosseri: