Me da la sensación de que “El padre” va a ser un clásico de la historia del cine o ¿Se puede empezar a decir ya?
La película basada en la obra de teatro del propio director, el inglés Florian Zeller, es de un carácter brutal en su discurso y en su puesta en escena. La contundencia y virtuosismo de los actores elevan la película a una experiencia sublime, una experiencia que podría ser casi documental. Y es su primera película.
El cerebro es el gran demiurgo del espacio-tiempo en cada uno de ls seres humanos. El órgano tiene un poder y una fragilidad descomunal.
Es justamente la función de éste el que nos hace únicos en la Tierra ( ¿y en el universo? ). A su vez esa grandeza tiene en su reverso al gran Némesis. Enfermedades como la demencia senil o el alzheimer, convierte la experiencia de vivir en un autentico infierno para la memoria y las emociones. Lejos de la semiología cristiana es un infierno en la Tierra, un infierno vívido. La confusión y el olvido se adueñan del cerebro hasta tal punto en el que se alza la posibilidad de que en cada día puedes revivir a una hija muerta y al poco tiempo revivir su muerte, con la misma intensidad emocional de dolor que tu cerebro vivió el momento real. Las emociones pegadas a los recuerdos y a las personas que nos acompañan. El mito de Prometeo.
La puesta en escena como laberinto y vial para el puzzle de los recuerdos. Cada apertura de puerta lleva a otra sala totalmente diferente de la memoria. Un puzzle de recuerdos que se va transformando en un infierno emocional totalmente desestabilizado, el factor del tiempo va y viene. En esa representación es donde triunfa de manera histórica “El Padre”.
La obra tiene ese elevado estatus en su forma y fondo impulsado por el virtuosismo de Olivia Colman y Anthony Hopkins, dos de los mejores actores a día de hoy. Dos actores que tienen muchas papeletas para ganar, cada uno, su segundo Oscar este año.
“El padre” es una provocación para el espectador. Intenta abrirlo en canal e imbuirle en una experiencia única como personas conscientes de lo que puede ser la dictadura infernal de las enfermedades que atacan a la memoria.