Las hermanas Sara García y Miriam García, dos animadoras madrileñas de 21 y 23 años, están arrasando en varios festivales de cortometrajes con su proyecto “Ratones Intrépidos“.
La producción ha conseguido estar seleccionada en veinticuatro ocasiones, ha obtenido once galardones y ha sido proyectada en once países. Todo un logro para una producción nacional.
Ratones Intrépidos es una historia que se desarrolla en alta mar, Ginger Orzábal y su hermano Thyme “Bigtail” Orzábal quieren vengarse de unos gatos piratas que asaltaron el barco en el que vivían junto a sus padres a muy corta edad. En ese abordaje, el mayor de los hermanos, vio la muerte de su madre en manos del capitán pirata. Pasados los años ambos salen en busca del autor de ese atroz acontecimiento en el que descubrirá una verdad que le marcará para siempre.
El método de rodaje ha sido el stop motion, un sistema que se hace fotografía a fotografía haciendo pequeños movimientos a las figuras para crear la animación en pantalla. Este método es muy popular y Hollywood lo ha plasmado en largometrajes cómo Pesadilla antes de navidad o Coraline.
Ahora empezaría a criticar los efectos visuales, la trama, los personajes… Pero es que me parece un trabajo tan digno, una trama tan bien resuelta incluso sin diálogos, una historia apasionante, una banda sonora que le encaja al milímetro y un resultado que se ve la entrega y el trabajo fotograma a fotograma que no soy capaz de ponerle nota.
Es un cortometraje que te transporta a la animación de nuestra infancia, nos hace vivir las aventuras y sin duda, a aplaudir que aún España pueda tener creadoras tan jóvenes con tanto talento.
El año pasado España celebraba la nominación al Oscar de la producción Klaus de Netflix, que se había desarrollado completamente en Madrid. No obstante, al mismo tiempo que se celebraba ese hito de la animación española, los animadores mostraron la frágil situación económica que se encuentra el sector sin inversión ni proyectos de gran envergadura.