Yakov que ha perdido la fe en la religión judía se ve obligado por la falta de dinero a ser el shomer del difunto de una señora con alzheimer. Esta noche de vigía del fallecido no debería tener mayor problema, de no ser por la cantidad de sucesos extraños que empiezan a acontecer en una noche que parece no tener fin.
La cinta tiene un buen punto de partida pero luego cae en muchos lugares comunes y los típicos «jump scares». Aún así no es una cinta despreciable y por lo menos entretiene.
Una película que lleva a la «zona de confort» al espectador bregado en estas lides, que puede verla con una sonrisa cómplice o caer en el tedio de «otra más» y que tal vez piense que no es lo suficientemente buena como para cerrar el festival.