Bienvenidos/as a un mundo de hogares idílicos, barrios residenciales prototípicos, tradicionales familias blancas, niños intercambiables, dentaduras perfectas y coches de golf como habitual medio de transporte. Jill y Lisa son dos amigas que viven en este paraíso de colores pastel y compiten por ser la persona más feliz y socialmente aceptada.
Las responsables de Greener Grass son las norteamericanas Jocelyn DeBoer y Dawn Luebbe que producen, dirigen, escriben y protagonizan esta película, basándose en un corto previo que presentaron en SXSW en 2016. El guión, que recuerda a David Lynch mezclado con Quentin Dupieux, es una sucesión de momentos y diálogos surrealistas que revelan que la comedia absurda es una de las mejores formas de retratar la extraña sociedad actual y parodiar el mito del sueño americano.
Las interpretaciones, disparatas y llenas de histrionismo, casan perfectamente con el tono de la película. Jocelyn y Dawn demuestran la gran química que tienen en pantalla y el resto del reparto también está estupendo. La cinta incluye la participación en breves papeles de Janicza Bravo (realizadora de otro film inclasificable y altamente recomendable, Lemon, visto en Americana en 2017) y de Jim Cummings, creador de Thunder Road, otra buena muestra del nuevo cine independiente norteamericano. También, entre los aspectos positivos destaca la fotografía de Lowell A. Meyer, de fuertes colores saturados que crean una sensación de ensoñación.
A pesar de la reiteración de algunas escenas y a su ritmo irregular, Greener Grass es una pequeña joya que demuestra que, afortunadamente, en el cine no está todo hecho. Una fantasía sorprendente que amarás u odiarás pero que no te dejará indiferente.